Y ahora para donde
Otra vez América Latina demuestra su histórica inestabilidad. No logra conciliar intereses ni unir voluntades para trazar una línea de gestión pública que le asegure salir de sus crónicos apuros e incomprensiones. Nada le satisface. Siempre busca otra salida sin importarle a donde le lleve o, se entrega sin beneficio de inventario a los conocidos manipuladores de masas. No persevera ni se compromete con los proyectos que se asientan en el esfuerzo colectivo, el respeto de la ley, la defensa de un Estado responsable, en cuyas entrañas no se escondan los latrocinios o se incuben planes que sólo maquillan la solución de los problemas. Quiere algo rápido y fácil y, ya va más de 200 años con esa cantaleta, pero cae y recae en su propia trampa, como si su memoria borrara esa historia dolorosa de decisiones sostenidas en la emoción.
La creatividad teórica ha sido muy rica, pero también los fracasos de sus aplicaciones. Durante mucho tiempo creyó en el proteccionismo y con dolor probó que por ahí no entraba el agua al coco. Pensó que los déficits fiscales eran un motorcito que nunca se descomponía y la verdad es que no llegó a su destino. Se atrevió a buscar un acuerdo de libre comercio consigo misma, pero tropezó con murallas (propiamente creadas por el proteccionismo) que no le dieron espacio para desarrollarse. Lo intentó por partes, pero nadie tenía el liderazgo para consolidarlos.
Siempre buscando por donde andar, pero también sin tener la convicción de sus resultados. “A tientas” podría ser la fórmula de crecer que se incorporó a este mundo latino. Al final, luego de los dolorosos años 80 que confirmaron la fragilidad de la estructura económica de América Latina (algunos incluso antes, entre ellos Chile), se dieron cuenta que poco se podía esperar de esa forma de mirar las economías.
Se abrieron al mundo (aunque no todos, pues algunos se sentían incapaces). Pusieron orden en casa. Negociaron acuerdos. Se convirtieron en conquistadores de mercados, se sacaron de encima la inflación y de a poco fueron lidiando con las inequidades. Ya en este siglo, durante diez años cosecharon lo que buscaban: reducir la pobreza. Salieron de ella 80 o 90 millones de la pobreza. Empezaba a sonreír el horizonte, pero ahora una crisis financiera de los desarrollados y la pandemia los conmovió, pero aguantaron. Sin embargo, afloró la desconfianza, la duda, la inseguridad, pues lo ganado parece perdido.
Chile fue ejemplo de la lucha por salir del mundo en desarrollo y está (¿estuvo?) en los umbrales de los desarrollados, aunque casa adentro desconocen lo hecho y otra vez retan a su destino, mientras Uruguay se mantiene firme y Bolivia, bien gracias ¿Qué pasará con los demás? Pregunta para politólogos.
Colaboración
Diario El Comercio
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