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Una buena y otra no se

La declaración del ministro de Finanzas de oposición al pedido de un grupo de representantes indígenas sobre la condonación de deudas de la banca pública a créditos de hasta 10.000 dólares es oportuna. Espero que sea una decisión en firme pues, por sanidad financiera y ética social ya es hora de parar, a quien sea, grande o pequeño, empresario o artesano, esta vieja y torcida práctica de pedir, con cualquier pretexto, la donación de unos recursos que pertenecen a toda la sociedad, en lugar de cumplir el compromiso formal de haberlos recibido bajo el riesgo privado de restituirlos a su legítimo acreedor. O, si lo vemos en los casos de deudas tributarias, que guardan la misma figura, cuando mediante enredos jurídicos, buscan encontrar un resquicio para no honrarlas.


Otra cosa es buscar arreglos que permitan superar una etapa de estrangulamiento financiero mediante negociaciones de buena fe que distribuyan en el tiempo la carga de la deuda y ofrezcan una solución razonable. Esa debe ser la contra propuesta del gobierno, dejando a la banca pública que resuelva caso por caso los debidos petitorios.


Otro tema que salió esta semana es el futuro de la refinación de combustibles. Van varias modernizaciones fracasadas con la de Esmeraldas. Hace algunos años se contrató a una empresa española y poco o nada se obtuvo. Recientemente se utilizaron más de 2 000 millones para optimizarla y, los chanchullos todavía no terminan de ventilarse. ¿Cuándo se termina esto?


Está claro que el Estado no sólo ha demostrado incapacidad empresarial sino que ha servido como tapadera de actos corruptos. Si no puede con esto, deje la responsabilidad a las actividades privadas y punto. Ponga normas de regulación de mercado para evitar abusos e impulse la competencia. Use el mecanismo “suisse challenge” y entregue esta operación a quien ofrezca mejores condiciones, pero sin poner en riesgo más capital público.


Colaboración

Diario El Comercio

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