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Un horizonte estropeado

El 17 de mayo del 2023 Ecuador empezó una etapa política inédita. Se sintió alivio por el fin de una guerra política sin Dios ni ley y a la vez preocupación por lo que viene. El daño está hecho y no es despreciable. En un poco mas de 24 meses habra tres gobiernos, dos elecciones. Será sin duda una etapa marcada por circunstancias desconocidas, con decisiones controversiales aunque sean convenientes y lógicas, dentro de un espacio en el cual la intensidad de los debates políticos, de sus planteamientos, del grado de radicalización que se incube en las campañas se convertirán en un serio escollo para el mantenimiento de un país vigoroso, con espectativas de crecimiento y cristalización de oportunidades.


La economía no trae señales motivantes. Va camino a perder el esfuerzo hecho desde el 2019. La incertidumbre será un componente fundamental que empañará el horizonte y limitará de forma marcada las posibilidades de llevar adelante emprendimientos públicos y privados que bajo circunstancias normales se los lleva a cabo. Los riesgos enmarcados en ese ambiente postergarán decisiones e incluso pueden llegar a cancelar proyectos necesarios para mantener un mercado del trabajo compatible con los cientos de miles de jovenes que cada año buscan empleo en las actividades económicas, culturales, sociales. No debería llamar la atención que los indicadores de pobreza regresen a una tendencia deteriorante y con ello al renacimiento de sentimientos de frustración y repudio.


Con la incertidumbre se cobija la inseguridad que se suma a la de violencia física diaria. De ella salen actitudes de desconfianza, intranquilidad sobre la continuidad de los puestos de trabajo, prudencia en el gasto. Pero, no sólo eso se ve, sino una situación fiscal debilitada por elementos que atentan contra su equilibrio fundamental. Petróleo aportando menos. Sabotajes. Daños por efectos del clima. Tributos estancados. Presión en aumento de gastos. Proyectos de concesión y venta de activos postergados, que en conjunto proyectan un déficit superior que le obligará a ser muy selectivo en el gasto, con dificultades de cumplir a tiempo sus obligaciones.


Las condiciones políticas actuales agudizó el problema más complejo que tiene el fisco para resolverlo: ¿Cómo podrá cubrir esta brecha de financiamiento? Con dos agravantes: la producción petrolera declina, no se la puede sostener con los efectos nó solo en las cuentas fiscales, sino en la balanza de pagos y su repercución en la liquidez monetaria; y, por otro lado el dictámen de la Corte Constitucional de llevar a una consulta popular la continuidad o suspensión de la explotación petrolera del campo 43 que produce hoy 50.000 barriles por día y tiene lista la incorporación de 25.000 más. ¿Quién estará dispuesto a prestarle al Estado Ecuatoriano en estas circunstancias? El mercado internacional ya sabemos que no tiene intención alguna de hacerlo. Los multilaterales, algo aportarán, pero no lo suficiente para tener una brecha manejable. ¿el FMI? Humm. ¿Alguien planteará la eliminación de los subsidios? No creo. Eso si, el consumo de combustibles va viento en popa y pide cada vez más dinero al presupuesto ¿El IESS? Tampoco está en condiciones de hacerlo.


Al mirar este cuadro desde la perspectiva externa, es previsible presumir que no existirán flujos positivos de capitales en la balanza de pagos y, será la cuenta corriente (comercio y servicios) la que tenga esa responsabilidad, en un ambiente internacional alterado, con posibilidades de entrar en recesión, conflictos geo políticos y una inflación que da muestras de resistencia a su amansamiento. ¿Se afectarán las exportaciones privadas? Por el momento eso no se ve y ojalá siga así.


El y los gobiernos que está y vienen de inmediato la van a tener muy dura.No se diga los ciudadanos y las empresas. El cuadro general está enturbiado. Fisco, balanza de pagos, disponibilidad monetaria y empleo necesitan otro ambiente para crear bienestar y ofrecer esperanza. Si el petróleo deja de ser un aportante neto de divisas y además no hay posibilidad de tener ingresos de capitales y por ello se pueden afectar las reservas internacionales, lo que se tendrá es un sistema monetario apretado. Con liquidez medida, restricciones crediticias y tasas de interés con presión al alza, cuyo impacto en el crecimieto del PIB será evidente. Es lamentable volver a ver estropeado el horizonte.



Colaboración

Revista Forbes versión digital

19 de mayo del 2023

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