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¿Podrá aguantar el dique?

En los años 30 del siglo pasado nace formalmente el estudio integral de actividades económicas y la manera como se relacionan. Así empieza la vida de la macroeconomía, pues la forma clásica de mirar los problemas no tuvo los medios para resolver el enorme desequilibrio laboral al que la crisis le había llevado. Este fue el factor aglutinante que impulsó el análisis global de la organización económica.


Innumerables profesionales, académicos, investigadores, a lo largo de estos años han trabajado en la construcción de las bases sustantivas de una política económica predecible, flexible, consistente con el quehacer de los tiempos. Hoy existe un amplio consenso de manejo macro sobre el respeto de los equilibrios fundamentales, en especial el fiscal, el externo y el monetario. Y, la tarea sigue vigente, pues los retos no dejan de convertirse en factores desestabilizantes o de nuevas oportunidades. Esa es precisamente la riqueza de esta ciencia, que teniendo en su seno instrumentos matemáticos, no puede obviar el mundo de los hechos sociales al tener al bienestar del ser humano como el centro de su gestión


En el Ecuador, lamentablemente no hay conciencia de las limitaciones del sistema económico para ofrecer mejores condiciones de vida. Para funcionar de una manera adecuada dentro de las premisas que lo hacen previsible y confiable. Por supuesto, lo dicho no significa desconocer circunstancias que ponen en estrés a la política económica, pero si advertir la frivolidad con la cual se plantean soluciones carentes de contenido y con seguridad mediante elementos que envenenan el ambiente en lugar de cauterizarlo.


El mundo desarrollado que se creía inmune a crisis a pesar de sus veleidades con los equilibrios macroeconómicos ha tenido que agachar la cabeza y someterse a rectificaciones dolorosas pero inevitables. Nadie sale victorioso cuando los principios de equilibrio general se han vulnerado y, sin ser una ley de exclusividad, son los gobiernos o mejor los Estados, los crónicos causantes de estas infracciones que traen enormes daños especialmente para los sectores vulnerables.


Hace 24 años el país renunció a su moneda nacional y adoptó el dólar como el instrumento monetario oficial. Al hacerlo, aceptó las condiciones que impone este modelo económico y lo hizo precisamente para resolver la compleja situación fiscal, monetaria y cambiara a la que había llegado precisamente por no haber podido sostener los principios que gobiernan una política económica estable. En estos días, nuevamente aparecen señales disruptivas del sistema. Provienen de quienes debería venir mensajes de compromiso con la preservación del modelo. Me refiero a las dos candidaturas presidenciales finalistas que, ante la presencia de un problema serio de viabilidad de la política fiscal dentro del paraguas de la dolarización, en lugar de proponer enmiendas consistentes con la rigurosidad del modelo cuya popularidad es innegable, buscan salir del embrollo creado por el desenfrenado manejo fiscal instalado en el año 2007, sin atender a sus causas sino echando mano de una parte del dinero que constituye el ahorro de personas, empresas y entidades descentralizadas.


Han pasado dos gobiernos luchando por recuperar el orden y la responsabilidad en la política fiscal. Les ha costado muelas asumir las responsabilidades, pero si bien hay logros reconocidos, queda mucho por hacer pues aparecieron nuevos daños e incluso hay una auto inmolación si se suspende la explotación petrolera en el Yasuní. El Estado, su gente, en especial los dirigentes, deben entender que la conducta de gasto, además de ser eficiente y transparente tiene que enmarcarse dentro de los límites creados por los ingresos provenientes de los tributos y otras cargas que recibe de los contribuyentes. Seguir la senda del endeudamiento agresivo o de la toma de los ahorros privados, incluso de los que respaldan la dolarización, es una provocación que trae la posibilidad de fracturar el dique monetario, que algún rato puede arrasar con lo que encuentre.


COLABORACION

REVISTA FORBES

20-09-23

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