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Inestabilidad financiera. El momento Minsky

Las crisis financieras ponen los pelos de punta. Se piensa en lo peor y la gente se pregunta si sus depósitos están seguros o hay que ponerlos en un sitio que no tiene riesgos. Retorna a primer plano de la memoria la ultima vez que ya pasó por esos momentos de tensión y apuro. Se pregunta: ¿cuándo terminarán estos episodios? ¿Habrá alguien que pueda encontrar la solución y le asegure al mundo la convivencia con un sistema en el cual las crisis sean historias para contar a los nietos?


Lamentablemente no hay respuesta que pueda satisfacer esta sentida necesidad. Sin embargo, la ciencia económica nos dice y los hechos lo confirman que si es posible reducir los riesgos de crisis con mecanismos de alerta temprana en el control de operaciones que podrían derivar en estas desagradables circunstancias. Pero, el mundo cambia, la tecnología amplia el espectro de riesgos y, con ello, la actualización de la supervisión es una lucha continua que no tiene fin.


A fines del siglo pasado, Hyman Minsky, al estudiar las crisis financieras, expuso su teoría conocida como “La Inestabilidad Financiera”, que en pocas palabras se la puede resumir como el ciclo natural, propio de los sistemas financieros que urden un oximoron: “La estabilidad es desestabilizante” por cuanto en los tiempos de prosperidad sostenida se incuban decisiones atractivas de inversión que minimizan las percepciones de riesgo del mercado (en especial con tasas de interés bajas), mediante el endeudamiento con coberturas de activos sobrevalorados, que al perder su valor por la propia evolución del ciclo, impulsan los desendeudamientos, con pérdidas del valor de protección, daño en la capacidad de pago y la expansión de efectos que desestabilizan al sistema.


Lo que ocurre en estos días es precisamente la aparición del “Momento Minsky” (que con frecuencia J. Yellen, secretaria del Tesoro de los EEUU lo menciona) y, es el rato que se rompe el ciclo y aparecen los errores-riesgos excesivos- que no tuvieron la debida cobertura pero estaban advertidos.


En 1898 Wiksel señaló el vínculo entre los prolongados períodos de política monetaria expansiva con el aumento de la fragilidad financiera y de la probabilidad de una crisis de ese origen. Y, lo que ha visto el mundo a partir del año 2008 ha sido de presencia de una política monetaria acomodaticia (que tuvo sus razones), con bajas tasa de interés (incluso negativas en algunos instrumentos), promovieron la valoración de los activos en los mercados de capital (algún grado de burbuja), fomentaron el endeudamiento (con una percepción de riesgo menor al real), indujeron a políticas de inversión financiera que pusieron al rédito en prioridad frente a la liquidez y deformaron la distribución racional de las pérdidas, hechos que se evidencian cuando esa política cambia de rumbo (aumentan las tasas)


A esto se suman errores de regulación y control en sistemas que tienen tratamentos diferenciados y maquinan decisiones centradas en cultivar utilidades inmediatas frente a los riesgos de iliquidez derivado del descalce en los vencimientos de los activos y pasivos de los balances. El Caso del Silicon Valley Bank, que además de ser regional está concentrado en el mercado de startups tecnológicas (que alguien lo encuentra similitudes con el caso del Bank of United States, -banco privado con nombre muy llamativo- de 1930), evidencia estas debilidades, que por lo visto tambien las tienen algunos más, aunque parece ser que no se trata de un fenómeno que pueda tener las dimensiones de la crisis del 2008, pero que si merece reformas en su control.


Por fortuna, los bancos centrales de las grandes economías ya tienen claros los instrumentos que deben utilizar con premura (el tiempo es vital en estos casos) para romper la expectativas de crisis, cortar las posibilidades de contagio, castigar a los operadores, aunque será inevitable ver daños en otros campos de la actividad económica y las relaciones internacionales. Para el caso ecuatoriano, no existen elementos que demuestren una afectación de manera directa.



Colaboración

Revista Forbes

24/03/2023


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