El camino es empedrado
Vibran los vehículos, trinan las carrocerías, sufren los amortiguadores mientras los pasajeros reciben los impactos de todo ese conjunto de deformidades que con el uso se producen en esas tan necesarias vías construídas con esfuerzo para llegar al lugar buscado. Con el tiempo, se buscan alternativas para mejorarlas, recortar distancias, modernizarlas con nuevos materiales y ponerlas a tono con las nuevas tecnologías y necesidades del momento.
Igual pasa con la economía que siempre está sometida a una intensa presión por los cambios que traen consigo los avances producidos por el conocimiento, la creatividad y más que nada por la búsqueda incesante de mejores condiciones de vida. De ahí, que en todo momento se la cuestione y pida resultados, que cambian según sea la aspiración del momento de los conglomerados. Hoy, puede ser sacarse de encima el déficit fiscal y, mañana a lo mejor eso están orden pero un superávit anuncia su venida. ¿Qué hacer?
La política económica debe estar atenta a estas alteraciones o deseos para utilizar los instrumentos que sean los recomendables. La creencia que existen fórmulas inamovibles, que se convierten en leyes permanentes de aplicación universal, es una falacia. Lo que se sabe, porque la experiencia lo transmite es que la base fundamental en la cual debe descansar toda la riqueza de alternativas de aplicación de decisiones económicas, es el cuidado de los equilibrios básicos (el fiscal es clave pero no único) en los cuales se sustentan las actividades privadas para crear empleo, maximizar los rendimientos y, tener una mejor distribución de beneficios entre los miembros de la colectividad.
Por eso es que la ejecución de las tareas de ese mundo activo siempre trae ruidos pues está sometido a los cambios necesarios para no perder la dirección que marca la ruta hacia la meta buscada. Claro, esos barullos no son otros que los ajustes que requiere cada etapa del crecimiento para enmendar los errores, afinar lo necedsario y poner a punto a todo ese complejo andamiaje de producción construído con mensajes que permitan disipar los temores.
Siempre estas correcciones duelen (caso actual) pues píden ayuda y eso significa desprendimiento de una parte que le pertenece a alguien para buscar que todos puedan disfrutar de un futuro con mejor perspectiva. Por supuesto, la contraparte (Estado) debe asegurar el buen uso de ese dinero y la solución del problema, cosa que demanda un compromiso político firme que transmita seguridad.
Esa fórmula compartida de aporte general y solidario con manejo responsable, transparente y eficiente ofrece porvenir. Son partes inseparables de un país respetable.
Colaboración
Diario El Comercio
12 de noviembre del 2021
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