Cumplan y punto
Una vez mas el país vive un proceso electoral conflictivo, con un organismo encargado de dirigirlo que confirma sus profundas debilidades para resolver a tiempo y de forma sensata las dificultades que tiene en su camino. Han sido dos semanas de vértigo que empezaron por la imprudente decisión, señalada de manera contundente por muchos medios y personas (además de acelerada y hasta posiblemente intencional) de dar a conocer los resultados iniciales cuando la diferencia entre el segundo y tercer casillero presidencial tenía un empate técnico.
Desde ese momento, el control electoral entró en una vorágine de la cual todavía no logra salir. El entendimiento entre las dos candidaturas abrió la esperanza de una solución transparente que confirme los resultados de la decisión ciudadana y despeje toda duda sobre la limpieza del conteo y de la dirección llevada a cabo bajo la responsabilidad del CNE. Pero no fue así. Se exacerbaron los ánimos y otra vez el CNE volvió a fallar en atender sus responsabilidades.
Es difícil entender (aunque lo intuimos por los antecedentes que se vieron durante los tiempos previos a la campaña) porqué ocurrió todo lo conocido si lo que debía hacer el CNE era concluir el conteo, que estaba casi finalizado, informar su resultado y de forma automática proceder a dar paso formal a la aplicación de los términos del reconteo acordado por parte de las dos candidaturas, con la presencia oficial y la de los observadores de la OEA (que ojalá atiendan su encargo). Punto. Hacerlo de manera pública y nada más.
El daño político es incalculable. El económico también. Y no digamos el tan usado por muchos políticos, el social. Los beneficiados (ocultos o convenidos) aparecerán pronto, mientras la economía, que debía encontrarse en una etapa de recuperación está completamente paralizada. Nadie quiere tomar decisiones. Todos esperan ver el desenlace para ver que hacen. Por fortuna, en general la actitud de los ciudadanos demuestra una madurez férrea frente a la provocación política (que confirma su incompetencia) pero la paciencia tiene un límite y no debe ser puesta a prueba pues cualquier rato se agota y de ahí no saldrán cosas buenas. Sólo hay que recordar que todos en el país defienden el modelo monetario cuyo tratamiento es muy delicado y ya ha sufrido mucho por lo cual su atención es primordial.
En la campaña se habló tanto de los problemas sociales, pero estos hechos sólo agravan esa lacerante realidad. Los desempleados siguen sin esperanzas dentro de este turbio ambiente pues no hay asomo de nuevas fuentes de empleo. Y, después cuando las cosas exijan cuentas porque se salieron de carril, los culpables serán otros.
Colaboración
Diario El Comercio
19 de febrero del 2021
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