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Hay otra tormenta en ciernes

Duele en el alma escribir sobre nuestra realidad pues son tantos los problemas y de tan difícil solución que, a cualquier ecuatoriano con un poquito de conciencia social, le remueve las entrañas. Sin embargo, lo que más perturba y produce erisipela es esa suerte de conformismo colectivo que sale a flote cuando se necesita la reacción decidida de toda la colectividad para sacar en desbandada a toda esa serie de mañosos que tienen algo de poder político. Ahora, la ética por excepción es la regla.


Porqué lo digo hoy, simplemente porque vemos como se cae en pedazos uno de los más importantes pilares de la convivencia social, de la solidaridad, del esfuerzo compartido y no se aprecian gestiones o actitudes que reconozcan el problema, decidan enfrentarlo y hablar claro de su enorme complejidad. Y, es que cada vez que alguien nos cuenta algo sobre el IESS o ese mal nacido BIESS que ojalá pronto desaparezca, sólo recibimos chirlazos públicos con las informaciones sobre los robos, abusos, derroches que se cometieron con el ahorro que la sociedad formal: empleados, obreros, trabajadores en general y empresas han contribuido para tener un medio de subsistencia básico para el tiempo cuando las fuerzas o el intelecto del ser humano ya no puedan utilizarse para la generación de valor.


Las trafasías son tantas que caben en una tragedia griega. Empiezan desde los que fraudulentamente aportan poco y sólo suben sus contribuciones unos pocos años para exprimirle lo máximo al sistema de “reparto”, comiéndose lo que otros lo hacen honestamente. O, los que engañan con discapacidades tempranas para sólo recibir beneficios sin haber contribuido para ello. Hasta los que se creen dueños de los fondos y hacen lo que les viene en gana: negociados, multiplicación de empleados, cuentas mal hechas, inversiones de vergüenza. Eso si, todo a nombre del “bien común”.


No es la primera vez que esta columna trata este tema. Lo ha hecho en varias ocasiones avisando sobre la velocidad con la cual este pilar social se deteriora. Una vez más lo hace para insistir en ponerlo dentro de la agenda política y económica nacional, aunque ya es bastante tarde, pero ni modo hay que enfrentarlo irremediablemente. Y, no sólo compete al IESS, sino además al ISSFA y al ISSPOL, que pasan por los mismos apuros.


Hay toda una tarea técnica por delante. Por su complejidad es un trabajo que tomará tiempo y eso es lo que menos se dispone. El gobierno actual no podrá resolverlo, pero si puede encaminar su discusión. Es hoy u hoy. Y para cerrar la columna, propongo partir de una premisa básica: definir con precisión el derecho individual de propiedad de este sistema y también de la parte colectiva. Sin ello, cualquier fórmula volverá a ser abusada.


Colaboración

Diario El Comercio

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