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Consenso y solidaridad

La pandemia sigue marcando el curso del mundo moderno. Parece, como lo dijo el reconocido economista Kenneth Rogoff “una invasión alienígena” que no se la logra controlar, pues además de su singular complejidad, los países tienen diferencias notables de su capacidad de respuesta. El resultado final es la existencia de una “sincronizada” recesión mundial y, un virus que se moviliza con efectos diferenciados en los tiempos de su impacto por continentes y países, que además va y regresa.


La cosecha es amarga y se la ve en los indicadores de la informalidad y la pobreza. En el caso de América Latina, el BID en su reciente trabajo dedicado precisamente a este tema teme que se pierda lo que ha costado 20 años de lucha contra la inequidad. Finalmente, había encontrado el modelo que lo conseguía: sostener una economía mixta de mercado que impulse el crecimiento económico mediante incentivos a la inversión privada para derivar en producción y empleo, pero siempre dentro de un marco de respeto a los equilibrios macroeconómicos y la creación de amortiguadores financieros para ciclos depresivos.


Pues bien, ante los hechos, el BID, propone replantear varios paradigmas para encontrar nuevas oportunidades vinculadas con la innovación tecnológica y su revolución digital, defender el ambiente, revisar la globalización cuya funcionalidad en el campo de las cadenas de producción podrían haber levantado el tema de la relocalización de centros productivos, todo lo cual demanda seis cambios conceptuales, que involucran políticas críticas de desarrollo: A.-Formalizar las economías (Declarar la informalidad como el enemigo número uno). B.-Conseguir eficiencia en la fiscalidad. C.-Masificar y conseguir sostenibilidad del sistema de pensiones. D.-Ofrecer calidad y sostenibilidad financiera a la educación y la salud. E.-Extender las redes digitales para la economía del futuro. F.-Sostener un sistema jurídico y de justicia confiable.


Son seis metas que interactúan y pueden crear círculos virtuosos. Cada una requiere de la otra. En el fondo, es necesario tener capital humano de calidad para una sociedad respetuosa de la economía de mercado, competitiva con un Estado ordenado y dirigentes honestos. Formalizar la economía ya es en si mismo un cambio de visión social profundo, de equidad, pero con instrumentos que respeten derechos de propiedad y sustenten eficiencia y competitividad. Poner el esfuerzo como motor de los emprendimientos y tener como telón de fondo dos ejes indispensables: consenso (las élites deben comprometerse y cumplir su responsabilidad) y solidaridad de toda la sociedad.



Colaboración

Diario El Comercio

07/08/2020

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