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La noticia

Ya era hora de tener noticias que motiven a una colectividad que ha recibido palos propios (por tanto abuso de los recursos fiscales) como extraños e inevitables (esta pandemia y sus secuelas), y no es otra que la renegociación de los 17 400 millones de los bonos que se vencen en estos años y son (o eran) un cruel dogal que aprieta (apretaba) al país y está en camino de ser descolgado. En buena hora para toda la sociedad. Es sin duda un acuerdo positivo que le ofrece beneficios tangibles, no sólo a este gobierno, sino que alivia enormemente la carga que se concentraba en los dos por venir.


Lo han conseguido en un tiempo muy corto, podría decir casi inesperado si lo comparamos con las dificultades que afronta otro país latino y ya amplia varias veces los plazos de negociación. Es señal de que la estrategia escogida fue la correcta y los gobiernos, acreedores, así como los multilaterales la tomaron como una clara señal de buena fe. Los términos del acuerdo lucen favorables para el Ecuador, pues concilian plazos mayores (hasta el 2040), períodos de gracia de intereses (notable resultado de dos años) y de capital (cinco años), reducción de tasas de interés (que ahora son escalonadas y parten del 0%), que tomados en conjunto ofrecen una reducción de su valor presente (calculado en los términos internacionalmente conocidos) determinan el 52.4% , lo cual quiere decir que los acreedores sólo recibirán, en el tiempo, el 47.6% del valor de la deuda con sus intereses, suponiendo que precio de los bonos se mantiene a la par.


Hay algo más que merece comentario particular: la consecución de un bono cupón cero (es decir que no reconoce intereses) en el cual se acumulan los impagos de este año por un poco más de 1 060 millones, pero que además tiene un descuento del 14%, por lo cual sólo se cancelarán 911 millones y recién desde el 2026. A esto debe añadirse la inexistencia de garantías específicas o vinculadas con las exportaciones o el comportamiento de la economía.


Ahora, empieza el tiempo de renegociar otro acuerdo con el FMI, que tiene otra jefatura de misión, para asegurar mejores flujos de recursos al país que alivien su estrangulamiento externo, pero que mantenga el compromiso de manejar responsablemente los recursos fiscales, pues esta renegociación es una muestra del compromiso por enmendar la conducta dispendiosa y malandrina hacia una que ofrezca, especialmente a la gente pobre, oportunidades de trabajo digno que sólo puede provenir de emprendimientos privados que confían en una sociedad que se sacude de tanta ignominia política, económica, moral.


Las tareas siguen. Los problemas tienen un aliado, pero todavía hay mucho trabajo por delante. Que no se crea que es otra vez tiempo de fiesta. Eso no puede volver.


Colaboración

Diario El Comercio

10/07/2020

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