Nadie quiere ver
En los inicios del siglo, con gran esfuerzo se logró sacar al IESS de su calamitosa situación. Los comisionados, el congreso y gobierno acordaron cambiar los paradigmas e introdujeron un sistema mixto de capitalización y reparto solidario. Volvía a salir el sol. Pero como la alegría del pobre, duró poco. La Corte Constitucional decidió declararlo al margen de la carta magna y todo retornó a ser lo que se quiso eliminar. Nunca rindieron cuentas y, las individuales de capitalización fueron un sueño de verano.
No pasaron ni diez años y los directivos encontraron una mina financiera para sus ambiciones políticas. Volvieron hacer de las suyas, pues lo que es de todos no es de nadie: crearon nuevos derechos sin financiamiento, cambiaron las formas de ajustar los valores, inventaron ese bendito BIESS, invirtieron irresponsablemente, recrearon unidades operativas eliminadas, asumieron riesgos directos abiertos sin garantías, llenaron de gente hasta la bandera, politizaron al máximo las decisiones y postraron al sistema.
Basta leer el Informe de la Mesa de Estudios de la Seguridad Social, entregado hace pocos días a todas las autoridades para estremecerse. Lo titulan: Al Borde del Abismo. Sólo un dato: los aportes anuales de los afiliados (más de tres millones) no llegan a los 3 000 millones, mientras los pagos de pensiones superan los 4 400 millones (trecientos ochenta mil jubilados). Por eso, y muchas cosas más, cada año el sistema se come una parte del fondo de capitalización, que en su mejor momento llegó a 9 000 millones y este año se estima que terminará en 5 400 millones. Va camino a su pronta desaparición.
El IESS ya no tiene sólo un déficit actuarial, que fue burla gubernamental, sino financiero y de caja. El sistema ya no existe. Fue demolido, con daños incalculables al derecho social y humano de dar cobertura a las generaciones que lo aportaron, así como a los que lo hacen ahora.
La liquidez y los requerimientos de caja exigen soluciones inmediatas, con el agravante que las mayores inversiones al ser papeles del Estado prácticamente no son negociables. Así que por favor no ofrezcan más créditos. No tienen dinero para ello. Cobren los vencidos, muchos hechos tramposamente. Los gastos administrativos son enormes y desproporcionados que no dejan un centavo de rédito a las inversiones. La Mesa calcula que son el 4.2% de los ingresos totales. Hay un derroche escandaloso. Enfréntenlo. En fin, el cuento, si algo tiene de ello porque en realidad es un drama, es hora de que se lo atienda. Ya no da más. No llegó a vivir ni veinte años y agoniza. Ojalá la fiscal lo visite pronto, pues también usaron avionetas. Muchos deben estar tras las rejas.
Colaboración
Diario El Comercio
12 de junio del 2020