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Inquietudes nacionales

¿Con qué cantidad de recursos podemos contar como préstamos emergentes de parte de la comunidad internacional y en qué tiempo?


No lo sabemos todavía. El gobierno ha informado que mantiene conversaciones con los multilaterales y busca acceder a esas facilidades. El FMI juega un papel central por su calidad de institución que valora la realidad económica y financiera de los países. Deberemos tener datos en los próximos días, pues la característica de “emergentes” abrevia procedimientos y condicionalidades, otras que la existencia, hecho evidente, de una crisis producto de un fenómeno fuera del control del gobierno y por lo tanto del país.


Para recordar, en la programación inicial del presupuesto de este año, que en buena medida también sirve para mirar las necesidades de la balanza de pagos, el financiamiento requerido (endeudamiento bruto total) oscilaba entre 8 000 y 9 000 millones de dólares, de los cuales más o menos 4 000 provenían de los acuerdos con los multilaterales. Con los cambios ocurridos en las últimas cinco semanas, estas cifras ya son obsoletas, lo cual lleva a recalcular la nueva brecha de recursos que se requiere para mantener la estructura actual.


El presupuesto ha perdido ingresos por la caída del precio del petróleo, por la segura caída de las recaudaciones tributarias, por la dilación de pagos de los contribuyentes, por la pérdida de valor de los bienes públicos (hecho evidente en el mundo y no sólo en el país) que afectará la monetización de activos programada, a la par que se incrementan los gastos por la atención de la pandemia, la asistencia a los estratos marginados, las importaciones de insumos médicos, en fin muchas cosas, que pondrán esa brecha en algún rango cercano al doble de lo originalmente planeado.


De ese total, ¿cuánto está asegurado? Si se mantienen los compromisos iniciales y el FMI llega a un acuerdo de sostenimiento del Stand by, tendríamos 4 000 millones en carpeta. Se esperan también los 2 000 millones de China. Lo demás, más allá de la reducción de pagos por el diferimiento de la deuda externa, está en negociación. Como se ve, los montos son monumentales e inéditos en la historia nacional.


Obviamente, algo importante deberá provenir del ahorro de gasto corriente y de nuevas contribuciones nacionales. Eso me parece inescapable.


¿Debido a la emergencia se puede importar en tiempo corto mascarillas, equipos y suministros médicos, pruebas para detectar el virus?


Por supuesto. Ya deberán haber llegado si nos atenemos a las declaraciones de la anterior ministra de salud. El único obstáculo podría ser las limitaciones de despacho que tengan los proveedores internacionales ante una demanda mundial desbordada. Recursos presupuestarios existen y los trámites burocráticos deben ser expeditos y transparentes para que no se repitan hechos como los ocurridos en el IESS.


Por lo que se lee en los medios y las redes sociales falta coordinación de esfuerzos entre las adquisiciones privadas y las gestiones públicas.


¿Es viable reducir a la mitad temporalmente el sueldo a servidores públicos que no sean de salud pública, seguridad y servicios indispensables?


No lo creo. Me parece una proporción excesiva que abriría otros frentes de descomposición política. Lo que si es cierto es el excesivo valor al que han llegado los pagos por sueldos y salarios públicos, que son incompatibles con la capacidad de pago de las actividades nacionales y han convertido al presupuesto en un rehén del gasto corriente.


Por eso, un grupo de economistas hemos propuesto la reducción del 20% de todas las remuneraciones del Estado (gobierno. GADs, IESS y otras entidades) para demostrar solidaridad y acompañamiento al conjunto de medidas que requiere la circunstancia actual y que sin duda provendrán de mayores contribuciones privadas y de apoyo financiero internacional.


Estas medidas deberán venir acompañadas con la reestructuración del Estado, no sólo en plano institucional, sino de funcionalidad en lo relativo a la calidad de los servicios ofrecidos, poniendo en primera línea eficiencia, honestidad y productividad. Y por otro lado con una reforma laboral, que cuide los puestos privados actuales y abra oportunidades para un posterior y progresivo trasvase de empleo público en privado.


¿Qué tiempo tardará en recuperarse el mercado petrolero y los otros países para llevar productos de exportación ecuatorianos?


No parece ser visible en corto plazo. El excedente de producción es muy alto y la caída de la demanda no es transitoria, pues el mundo entró en una recesión global, cuya duración aún es incierta. La paralización brusca de las economías y su forma de reanimarse es otro tema que no tiene antecedentes, por lo cual se suma a las incertidumbres anteriores.


Por otro lado, pensar en ese hecho para ajustar la política económica sería repetir los errores que hoy se pagan. Es el momento, la hora adecuada, para establecer los fondos que ahora tanta falta nos hacen y que nos recuerdan la dilapidación inmisericorde del gobierno anterior.


¿Pueden presentarse problemas de liquidez en el país, como proteger la dolarización?


La liquidez va a estar restringida mientras no se consiga disponer de una balanza de pagos excedentaria, pues sólo a través de ella será posible inyectar dólares adicionales a la economía. Eso significa restablecer las exportaciones, que en parte dependerán de la recuperación del mundo económico, de los acuerdos comerciales, y por otra parte de los flujos de capitales.


La dolarización funciona de acuerdo a las circunstancias y no se aprecia amenazas que la pongan en peligro. Con pocos recursos, la economía pierde tamaño. Ahora bien, si se recupera competitividad (reforma laboral y reajuste fiscal), las perspectivas pueden ser mejores.

Colaboración

Diario El Comercio

11 de abril 2020

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