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Gaste nomas. Otros pagan

Que fácil es gastar y que difícil es ahorrar. Verdad de Perogrullo. El dilema de todos los días. Peor, si además no se cree en la frugalidad, la prudencia y el esfuerzo. Pues bien, esa es en resumen la historia de los últimos 11 años, con las precisiones o aclaraciones que deben hacerse sobre los últimos esfuerzos realizados desde el 2018 para enmendar el rumbo y arreglar un poco la casa, pues conseguir que todo quede en orden tomará tiempo; y, eso, siempre y cuando haya disposición de hacerlo.


Cómo el Ecuador es un país con memoria frágil, hay que refrescar la historia para estar claros del porqué llegamos a donde estamos. En los años 80 la relación del gasto de todo el sector público (SPNF) con el PIB, con las limitaciones propias que tiene la serie histórica, apenas si bordeaba el 24% del PIB que, parecería ser (?) una relación razonable, con las variaciones propias de las crisis persistentes de esta temporada moderna. El siglo concluyó con la relación en el 22% y la dolarización (pasada la etapa inicial de ajuste: dos primeros años) la puso en el 23%, dentro de un ambiente de manejo sobrio de la economía. Los salarios públicos eran el 7% del PIB


Pero esa racionalidad y el compromiso con la dolarización de manejar equilibradamente las finanzas públicas terminó el año 2007. El gobierno se declaro enemigo del ahorro. Se impuso la concepción de que la escasez es un invento y que el ahorro en nada contribuye a mantener una sociedad próspera y estable. Así pues, en el 2008, el gasto de todo el sector público pasó del 24% del PIB al 35% (aumento 11 puntos, es decir, términos actuales en 11.000 millones) y se mantuvo por ahí hasta volver a escalar a casi el 44% en el 2013 (9 puntos más, con lo cual el país necesitaba ¡cada año! 20.000 millones más para mantener al Estado). Los salarios públicos pasaban del 10% del PIB


Cuando sube el gasto pocos señalan su malignidad, advierten a la comunidad sin efectos prácticos. Pero el momento de reducirlo salta la libre y las protestas se multiplican. Otra verdad de Perogrullo. Bajar un punto porcentual de gasto requiere un esfuerzo enorme, se lo siente con mucha fuerza y los gobiernos que tienen esa tarea reciben los palos. Así es la historia de injusta. Ahora el país gasta el 37% del PIB (ha sudado para bajar en varios años 7 puntos, casi todos en gasto de inversión como era previsible pues los corrientes son coco y caña hacerlo) pero, no sale del agujero. Sólo piensen que desde el 2009 hasta el 2018 (¡10 años seguidos!, hecho histórico no conocido o con antecedentes), el déficit global del sector público acumuló 36 puntos del PIB, que está contenido en la enorme deuda pública. Y si afinamos el lápiz, el dato todavía será mayor, pues siguen los indicios de que las cifras públicas aún mantienen errores (premeditados en muchos casos) y llevará el dato a ser superior.



Colaboración

Diario El Comercio

21 de febrero del 2020

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