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Mojar el poncho

Tenía la esperanza que este virus no le ponga al mundo de cabeza, pero se esfumó. Por todas partes, salvo, increíblemente en la mayoría del continente africano, origen de la especie humana (que ojalá no sea por falta de información y control), los países y sus gobiernos buscan desesperadamente formas de enfrentar esta pandemia. Estamos frente a una realidad que, si no somos capaces de controlar también nuestros nervios, puede tener un final desastroso. La angustia puede convertir al mundo económico lo que este virus lo ha hecho con el de la salud. Lo que ocurre en los mercados de capitales demuestra la descomposición de la conducta racional. La desesperación anula decisiones económicas que tratan de ordenar el manejo de los recursos y apuntalar la estabilidad de los sistemas de producción y financiero. De ahí que, sea necesario, antes que nada, hacer un esfuerzo redoblado para razonar la consistencia de las informaciones que recibimos, tratar de confirmar las fuentes y por lo tanto filtrarlas. No caer en la trampa de los que buscan, con propósitos siniestros, poner el caos como el epicentro de esta desconocida crisis.


Todos, sin excepción alguna, debemos sacrificar intereses, buscar soluciones solidarias, en fin, empujar el carro para llegar al sitio que nuevamente nos ponga en mejores condiciones de convivencia. Cada uno tiene un puesto en la sociedad desde el cual es vital que se comporte constructivamente. Es cierto, habrá muchos problemas, pero todos, salvo la muerte, pueden ser superados.


A los políticos de manera particular les toca precisamente mojar el poncho. Hacer lo que siempre deberían hacerlo, buscar consensos por medios legítimos, ayudar a superar los problemas y no bloquear soluciones. El gobierno debe llamar a una concertación política con los más importantes movimientos políticos nacionales para fijar acuerdos, ofrecer soluciones urgentes, en fin acordar conformar un frente común que le saque al país de esta encrucijada.


Varios economistas hemos propuesto otorgar poderes amplios al Ejecutivo para trabar esta crisis y sentar los cimientos de una economía mas previsible y socialmente mas justa. Hay varias formas de hacerlo respetando el orden constitucional, pero hay que hacerlo si existe el compromiso con los intereses del país. Las ideas de lo que podría ser el camino a emprender lo entregamos a conocimiento público el lunes pasado y estamos dispuestos a debatir, conversar, discutir, de manera abierta sobre la consistencia integral de lo propuesto. Pero, si no lo ven adecuado, también estamos dispuestos a evaluar seriamente alternativas. Lo que no queremos es quedarnos en donde estamos, porque el fin lo vemos tormentoso.


Colaboración

Diario El Comercio

20 de marzo 2020


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