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Inquietudes nacionales

¿Cómo evalúa las acciones del Gobierno para afrontar la caída de los precios del crudo y el impacto por el coronavirus?


Son de alcance limitado. Ayudan eso si a salir de la encrucijada, pero los temas de fondo que tanto se los ha tratado y son el gran dolor de cabeza de toda la colectividad, se mantienen vivos. Se aprecia un esfuerzo por encontrar mecanismos que atenúen los problemas, pero también las serias limitaciones para ofrecer cambios que eviten la presencia, en un futuro no determinado, de esta dura rueda de molino. El Estado sigue requiriendo demasiados recursos que la sociedad no puede atenderlos; lo cual, como ya lo sabemos, conserva ese ambiente de inseguridad que no permite ofrecer una perspectiva clara sobre la confiabilidad de las reglas fiscales en un futuro cercano.


La situación política, la capacidad de gestión del ejecutivo y la delicada situación económica están marcadas por la enorme fragmentación de movimientos políticos que son indolentes (con contadas excepciones) frente a la delicada situación económica y las necesidades de impulsar medidas que lleven a disponer de una política económica enmarcada en principios que demuestren la existencia de una institucionalidad pública eficiente, honesta, austera y solidaria.


De ahí que, cualquier iniciativa que requiera el compromiso político de los miembros de la Asamblea, con las notables salvedades conocidas, tropieza con esa falta de voluntad y adhesión a los intereses superiores del país, lo cual se hace evidente en las inmediatas críticas que cualquier propuesta de ajuste recibe y la presentación de impresentables (casi todas absurdas) alternativas de solución, que confirman además el desconocimiento de los más elementales principios de funcionalidad económica.


De ahí que, el Ejecutivo, entrampado en esa realidad, busque configurar reformas que las pueda llevar adelante sin el apoyo de las demás funciones del Estado, o con una participación marginal. Por eso se ve propuestas de corto alcance y no opciones de largo aliento, que además excluyen medidas de corrección del uso de recursos públicos por el temor a reacciones violentas de grupos que han expresado su irrespeto al orden jurídico y a los derechos individuales y colectivos de la sociedad.


En definitiva, queda claro una vez más, la existencia de una estructura y dirección política nacional (movimientos y partidos políticos) que no es capaz de concertar los más elementales principios de un buen gobierno económico.



¿Cuánto puede ahorrar la caja fiscal con estas medidas?


La cuantificación gubernamental señala 2 200 millones de dólares, que se distribuyen en: reducción de gastos por 1 400 millones, cuyo detalle de partidas específicas no se conoce y 800 millones de ingresos adicionales, cuyas fuentes principales son: el impuesto a vehículos cuyo valor sea superior a 20 000 dólares (1%); aumento del 0.75 % en la tasa de retención del impuesto a la renta y contribución de los servidores públicos.


Debido a que los planes de austeridad han tropezado con falta de colaboración de muchas instituciones del propio gobierno (hecho evidente cuando se evalúa la ejecución de los presupuestos), la precisión de las partidas afectadas (una por una) es singularmente importante. De esta forma se concreta la medida y se la puede aplicar. Caso contrario, la posibilidad de convertirse en letra muerta, es muy alta.


Es notable la declaración del dirigente de los servidores públicos de buscar la forma de concretar el apoyo de estos trabajadores al planteamiento del gobierno. Ojalá, esta actitud materialice un acuerdo y contagie (a la misma velocidad del coronavirus) a dirigentes de las demás actividades nacionales.


¿Qué significa el apoyo del FMI al Gobierno nacional?


El compromiso de los multilaterales con los esfuerzos nacionales por enfrentar este shock externo no sólo que es requerido, sino que es indispensable para poder superarlo. El país no tiene acceso a los mercados internacionales pues las condiciones en las cuales lo podría hacer son absolutamente absurdas y desproporcionadas y no se ve un cambio razonable en un horizonte visible.


Obviamente que hay muchas tareas por hacer en el campo del financiamiento del presupuesto bajo propuestas que puedan aliviar el estrangulamiento al que ha llegado la balanza de capitales del país y las propias finanzas públicas. Ahí, como ya lo mencionó el gobierno, China tiene un rol singularmente clave, aunque no es el único.


En la programación inicial del 2020, se estableció la meta de conseguir un poco más de 4 200 millones de dólares por parte de los multilaterales bajo el paraguas de la continuidad del programa con el FMI. Estos recursos significan más del 40% de las necesidades totales y confirman su alto valor estratégico, además de sus singulares condiciones financieras de plazo y tasas de interés. En este año, el gobierno tiene que pagar sólo en amortizaciones de capital y pago de deudas atrasadas 6 850 millones y requiere además encontrar fondos para cubrir el déficit programado.


¿Podemos esperar el desembolso de los recursos ofrecidos por el FMI?


Eso va a depender del entendimiento al que lleguen gobierno y fondo bajo las nuevas realidades económicas. De cualquier manera, no habrá recursos antes de fines del semestre, salvo si se consigue activar la línea de emergencia que puede conceder esta institución (y otras) para enfrentar los daños ocasionados por esta singular e inédita crisis internacional.



Colaboración

Diario El Comercio

14 de marzo 2020

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