Crecer y Cambiar
Esta podría ser la conclusión que resume la información proporcionada por el FMI en su última versión del conocido World Economic Outlook que acaba de publicarse y coincide con la realización de la ya histórica reunión de Davos en Suiza, que precisamente cumple 50 años y está abocada a sensibilizar a gobiernos y empresarios sobre la gravedad del deterioro de las condiciones ambientales que ponen en peligro la existencia misma de la vida en el planeta.
Ahora toca encontrar nuevas funciones de producción, inversión, gasto que permitan superar lo que hoy se denomina “la nueva normal de crecimiento”, que en el fondo lo que nos dice es que estamos frente a una realidad que viene demostrando una suerte de agotamiento colectivo y se la ha calificado con esta nueva denominación para dorar la pérdida de dinamismo del crecimiento. Pero el reto no termina ahí, que de hecho ya es bastante complicado, sino que debe abordarse de manera simultánea buscando nuevos o remozados instrumentos, materiales, composiciones que sirvan para enfrentar la delicada y urgente amenaza proveniente del daño ambiental.
Son ya un poco más de diez años de vigencia de una economía mundial que se ha esforzado por arreglar sus desarreglos. En parte lo ha conseguido, pero el modelo capitalista, que es el único en su versión de economía mixta de mercado que funciona requiere composturas que atañen al respeto del medio ambiente y, eso trae consigo un replanteamiento profundo del uso de los más importantes materiales que actualmente configura sus funciones de producción, distribución y consumo, empezando por la energía, el uso de metales, la contaminación.
De ahí, que las preguntas básicas recorren tanto el campo de la dirección pública como el de la sensibilidad empresarial. ¿Estarán los gobiernos dispuestos a poner el hombro y dejar de defender la indefendible: es decir desconocer que las condiciones de vida caminan cada día para mal? ¿Acaso los fenómenos que destrozan miles y miles de vidas y áreas que se ven todos los días no les conmueve la conciencia política? ¿Será posible conseguir compromisos empresariales para sobreponer sus intereses circunstanciales, posiblemente en camino a una pérdida segura si no se los modifica, por una postura que encamine a la política de producción hacia la creación de un mundo socialmente sostenible y humanamente viable?
El ser humano y su capacidad de reinventarse es la esperanza que no cierra la puerta hacia el cambio. Las nuevas generaciones reclaman responsabilidad a quienes dirigen el mundo, pues ven que lo que se viene tiene características catastróficas y no las quieren vivir, o mejor por ellas están en riesgo de no sobrevivir.
Colaboración
Grupo El Comercio