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Bronca o dialogo

Frente a gobiernos autoritarios, abusivos, corruptos, indolentes, el enfrentamiento y la bronca cotidiana son consustanciales con su existencia. Hay que combatirlos hasta conseguir su eliminación. Pero, cuando se trata de gobiernos democráticos, que respetan la ley y los derechos, la actitud no puede ser la misma. Ahí cabe el dialogo y la crítica constructiva, pues precisamente esos son los instrumentos a través de los cuales se enriquece el sistema, corrige sus falencias, limpia las impurezas y busca el bien común.


El Ecuador salió de la pesadilla autoritaria y todavía no logra recomponer del todo la organización política y peor la económica, ambas desafiadas y destruidas por la ambición desmesurada de poder que copó más de 10 años de la historia nacional y, tendrá su espacio dentro de los períodos siniestros de la vida republicana. Falta mucho por hacer. Las tareas son duras y todavía tomarán tiempo en concluirlas. Eso hay que tenerlo claro pues ningún gobierno se salvará de ella, necesitará contar con el apoyo de los demás.


En estas semanas varios hechos han marcado mucho la vida diaria. Desde los destrozos y actos vandálicos permitidos por los organizadores del paro nacional (que se espera sean llevados a la justicia), hasta el retorno de los subsidios de combustibles y el archivo de la ley de emergencia fiscal, que pusieron al filo del precipicio al ya débil andamiaje económico, cuyo reflejo palpable fue el disparo del riesgo país a los niveles que significan el cierre de los mercados, que históricamente sólo se produjo cuando allá por los primeros años del gobierno autoritario se declaró unilateralmente a una parte de la deuda externa (escogida de forma arbitraria) como ilegal e ilegítima.


Como están las cosas hoy, si no se quiere ocasionar un caos de nivel superior, el entendimiento político sobre la gravedad y dimensión de los problemas es vital conseguirlo. Sin un adecuado consenso, no sólo que no saldrá del hueco la sociedad ecuatoriana, sino que incluso éste se puede profundizar. Con el agravante de que la dolarización ocasionará un apretón mayor del que ocurre en países con moneda propia y, ahí, se verá una vez más como se conspiró premeditadamente con los intereses de los estratos sociales desprotegidos.


Hay que cambiar de paradigmas en muchos campos, desde la conducta de los políticos hasta la concepción del Estado. Y, dentro de todo ese embrollo no se puede seguir cargando de obligaciones al Estado. Ya no da más y eso que todavía no se calculan las obligaciones ocultas por el déficit del sistema de pensiones que da miedo escribirlas.


Es tiempo de buscar con ahínco un gran consenso temático nacional que evite el precipicio y saque al país de esta falta de visión futura.



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