Posneoliberalismo
¿Qué será esto? ¿Una nueva escuela de pensamiento económico que encontró otros dilemas funcionales de la economía que la hacen sostenible y predecible? ¿Acaso se trata de un compendio moderno de decisiones que no han sido puestas todavía en vigor, pero ya tienen sus postuladores?
La verdad es que luce difícil comprender de lo que se trata, pues esta palabreja, lo que nos dice es que alguien ya encontró algo nuevo, algo que redefine al “neoliberalismo”, que en si mismo no tiene una conceptualización precisa. Hasta ahora, se les atribuye ese mote a quienes han establecido políticas económicas de mercado. Así en seco y de forma simple. Incluso, les incorporaron a los que debieron realizar ajustes cuando sus países ya no tenían cómo salir del atolladero al que le llevaron otros manifiestamente intrusivos con las actividades privadas y poco condescendientes con la prudencia, que también recibieron sus calificativos. ¿Quiénes serán los pos-neoliberales?
Será que alguien descubrió nuevos paradigmas macroeconómicos sobre las cuales es posible construir sociedades que mejoran el bienestar. Sin embargo, las actuales relaciones hasta donde se conoce no han sido cuestionadas. Siguen vigentes y en todo el mundo se las analiza. Obviamente el debate, cuando las cosas se ponen malas, se refiere a cómo arreglarlas y, ahí surgen las diferencias. En definitiva, el plato fuerte de discusión cae en ¿quién o quienes pagan el costo? Pero, cualquiera que sea la opción escogida, incluso la de no hacer nada, lleva consigo dolor, que puede ser inmediato u otro que por su mal concepción trae su malestar más adelante.
América Latina perdió peso en el concierto mundial por sus experimentos económicos y escasa voluntad de perseverancia. Tiene eso si el campeonato de la creatividad para explicar lo inexplicable. Con sus devaneos nunca resolvió la pobreza. Es más, introdujo la inflación y es una de las regiones más injustas. Los desarrollados, que se creían inmunes, también pagaron en el 2008 por sus insistentes desafíos a las políticas prudentes y equilibradas. La factura fue alta.
Las recetas aprendidas con sangre nos dicen que se deben cuidar los equilibrios macroeconómicos. Establecer mecanismos de mitigación de los ciclos. Estar atentos con las relaciones internacionales. Buscar la eficiencia. Gastar bien y sólo lo necesario. Tener un Estado que hace lo sustantivo y las actividades privadas lo de su especialidad. Convivir en un ambiente que busca pulir diferencias. No tener miedo a la competencia justa. Proteger sólo lo indispensable.
Si esto es lo que se quiere decir con pos-neoliberalismo, sólo han cambiado la etiqueta de una política económica equilibrada y estable.
Colaboración
Diario El Comercio
06 de septiembre 2019