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Así nomas

Si algo hace atractivos a los análisis económicos es la variedad de temas y forma seria de abordarlos. Ahora, he tenido la fortuna de leer un corto ensayo, elaborado por el economista Juan Pablo Erráez, titulado “Crecimiento per cápita en los últimos 40 años”, justo coincidente con la más larga etapa democrática del Ecuador. Los resultados no son de los mejores, aunque tampoco cabría señalarlos como malos. Depende de con quien nos comparamos.


El Ecuador, bajo esta perspectiva, dentro de América Latina no se destaca. Camina con el grupo de indisciplinados, poco propensos a tomar compromisos firmes, a sostenerlos en el tiempo, y por eso saca una nota, que aunque no cae en el mundo de los reprobados (Venezuela, Haití, Nicaragua, que no mejoran nada), forma el conglomerado de mediocres.


El estudio toma al año 1977 como punto de partida y equipara a todos los países colocándolos con valor “cero” a su producto per cápita. De esta forma, como si se tratara de una competencia, todos salen del mismo punto. Al año 2017, el primero en arribar es Chile, el gran ganador con un crecimiento del 246%. Luego llegó Panamá con el 214% y la sigue República Dominicana con el 193%. Se ganan las tres medallas.


En un segundo grupo llegaron Uruguay (127%), Colombia (122%), Paraguay (118%) y Costa Rica (108%). Hay, sin duda mérito por el esfuerzo.


Distanciados, el tercer bloque lo comanda Perú (64%) y Ecuador se confunde con dos grandotes: Méjico y Brasil (50%), para dejar a Argentina (35%), entre los de menor velocidad o bajo rendimiento social.


Al poner en la carrera a los asiáticos, los resultados son conmovedores: Chile, nuestro campeón queda relegado al último puesto frente a esos tigres. Corea del Sur se lleva el palmarés con el 700% (14 veces Ecuador), Singapur con el 423%, para cerrar los ganadores con el empate entre Tailandia e India con el 400% (No encontré a China. No se porqué)

Entre los petroleros (famosa OPEP), ninguno es ejemplo de buenas políticas económicas. Todos mediocres (Ahí si parecemos buenos) a pesar de la abundancia de capitales, con lo cual se confirma la maldición de los excesivos recursos naturales que ofrecen un confort aparente que convive con modesto esfuerzo colectivo.


En resumen, avanzamos, pero lo hacemos a un ritmo que nos lleva hacia los lugares mas retrasados del mundo. Perdemos puesto mientras nos devanamos al interior en luchas intrascendentes o de escaso valor. Peleas de pueblo chico, donde los jefes de barrio buscan imponer su fuerza y no la razón.


Las crisis reiteradas deberían ser el catalizador de un acuerdo nacional profundo, con sentido de país. Duele ver lo que otros hicieron y nosotros no.


Colaboración

Diario El Comercio

5 de abril del 2019

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