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Inquietudes nacionales

¿Cómo considera la medida de eliminación parcial de subsidios a los combustibles y el aumento del precio de algunos de ellos con uso industrial?


Era previsible que el proceso de corrección de esta equivocada política tome más cuerpo pues, lo realizado hace pocos meses con la gasolina Super en realidad fue un paso dado en falso que no ayudó a entender la intención del gobierno al hacerlo de una forma tan limitada, con muchas derivaciones inconvenientes.


Ahora, el proceso toma un mejor aspecto, no está completo, pero ya da unas señales mas claras del camino por el cual desea transitar la política de precios. Cierto es que falta un largo trecho por recorrer, pero si no hay desmayos en la ejecución de un plan de focalización de estos beneficios en los estratos y actividades que lo necesitan, la ruta está trazada.


Empieza a diseñarse un modelo de generalización de precios en este mercado y la utilización de mecanismos directos de compensación para ciertos usuarios. El caso del transporte público y los taxis, que en realidad por el nivel de demandantes de su servicio no deberían tener este privilegio, recibirían un bono mensual, que podría incluso individualizarse según el consumo de sus vehículos, para lo cual ya existe un sistema de chips que lo controlará e incluso evitaría la piratería.


En dolarización se supone que el sistema de mercado rige de forma general para las actividades económicas privadas. Ahí no caben subsidios ni tratos que impliquen un sacrificio de toda la sociedad. O son eficientes y competitivas o no pueden existir. Los subsidios son, en este sentido, una aberración conceptual y un “beneficio” inexplicable e injustificable. Por lo tanto, esta eliminación tiene enorme razonabilidad y sustento teórico.


Además nadie podría entender que se pida a toda la colectividad pudiente o que tiene una economía razonablemente adecuada, que pague precios de mercado y eso no se aplique a ciertos empresarios. Sacrificios empiezan por los que más tienen y pueden, además de que deben hacerlo.


El gobierno estima que se recaudarán USD 613 millones con esta medida, ¿es suficiente o hay que tomar otras vías de ajuste, en el sector público y el gasto fiscal, por ejemplo?


No se si la cifra señalada está bien calculada. Puede ser así. De cualquier manera, de esa enorme mole de subsidios, que con seguridad van más allá de los 8.000 millones de dólares anuales, que incluso si los calculamos bien podrían superarla, se estaría corrigiendo un 8%, aunque debe quedar claro que por lo menos el 50% de los subsidios no podrán eliminarse en una perspectiva superior a un par de décadas. Tal como están diseñados y están las cosas hoy, no hay cómo ni conviene hacerlo, pero es tiempo de abordar su estudio pues conforme transcurren los años hay un factor inercial que complica su atención. El país no puede seguir dormido.


Claro que no es suficiente. Todos sabemos el tamaño de hueco fiscal y con estas medidas se corrige una parte, pero habrá que impulsar de forma mejor programada la contracción del gasto corriente. No hacerlo de golpe pero si comprometerse con un proceso continuo de mejoramiento en la calidad de los servicios y la eliminación de la “grasa” burocrática que existe y es considerable.


¿Cómo atenuar los impactos de la medida en cuanto a la reacción social y que puede pasar con la inflación, tiene algún efecto?


La inflación, que hoy prácticamente no existe, es uno de los tantos reflejos de la débil demanda interna y por lo tanto buena parte del efecto lo tendrán que asumir quienes usan estos productos.


¿Cómo cataloga los créditos con la China, los términos son correctos, se pudo negociar algunas condiciones mejores?


Las nuevas tasas de interés y plazos están en niveles mejores para el Ecuador. La desvinculación del petróleo también es una buena noticia, pero es imprescindible recuperar la credibilidad y confianza de los mercados internacionales a fin de reducir esta dependencia, mejorar aún más esas condiciones y tener una posición negociadora más fuerte.

Siempre será posible conseguir mejores condiciones, pero eso no depende sólo de la calidad de quienes lo hacen sino de los resultados que ofrece la política económica y ahora no somos un buen ejemplo, todavía.


¿Está ahora el país preparado para acudir al Fondo Monetario, hay sectores que consideran que se debe presentar un Plan, el ministro de Finanzas considera que lo hecho es un plan en sí mismo?


Es inevitable dar ese paso. El país lo necesita, especialmente por su problema de balanza de pagos en el cual el riesgo es muy alto y como lo hemos mantenido desde hace mucho tiempo en estas columnas, es el problema más delicado del momento.


Cambiar la estructura del balance del Banco Central, restituyendo la liquidez abusadamente utilizada para cubrir el déficit fiscal, sólo se lo puede conseguir con un buen acuerdo con el FMI. Hoy, el riesgo sistémico está precisamente ahí. El país está indefenso y los mercados así lo ven y por eso, entre otras razones, lo califican de la forma agresiva como se conoce.


Cuando alguien comenta sobre el riesgo país no señala que esta es la herencia de 10 años de despilfarro que no respetó la propiedad de los recursos ahorrados dentro del país. Nadie escapó a este saqueo, que lo encubrieron con siniestras explicaciones carentes de consistencia teórica.

Aquí cabe el reordenamiento del endeudamiento público que desahogue la balanza de capitales e imprima dinamismo al ingreso de capitales y olvidarse de las restricciones cuantitativas.

Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

21 de Diciembre del 2018

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