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Inquietudes nacionales

¿Qué comentar de las expresiones del ministro Richard Martínez sobre la inexistencia de un acuerdo con el FMI?


Simplemente que no hay un acuerdo. Lo cual puede reflejar una realidad puntual que no necesariamente es o puede ser definitiva.


Ninguna autoridad oficial va a anticipar una decisión crítica, compleja, necesaria (asi la estimo), como es la relativa a la concreción de un Acuerdo Crediticio Contingente con el FMI. Recuerdo, en tiempos pretéritos, la clásica pregunta sobre la devaluación del recordado Sucre, con la consiguiente respuesta oficial negando tal posibilidad. Y, es que es inutil pretender que un tema delicado, que tiene múltiples ramificaciones con efectos en muchos intereses particulares, pueda tener una respuesta anticipada.


Pero volviendo al tema concreto, esta claro que el gobierno no se siente (espero que todavía y por muy corto tiempo) con la suficiente fuerza conceptual para solicitar una operación de esa magnitud e importancia (que debería ser de Facilidad Extendida); pues, como quiera que se vea el momento actual, el estrangulamiento financiero del país, tanto desde la esquina fiscal como de la externa, demanda la concurrencia y el apoyo de instituciones internacionales, que más allá de su capacidad crediticia-sin duda importante y altamente gravitante-se conviertan en agentes propiciadores de confianza de los mercados internacionales, a los cuales el país deberá continuar solicitando recursos para cubrir esas brechas estrangulantes como para modificar la estructura de las caras obligaciones convenidas y contratadas en los últimos años.


Y, un poquito más, con este tipo de acuerdos, el atractivo a la inversión privada se consolida conforme se cubren los postulados de lo convenido. Sin estos apoyos, la salida de la crisis es mucho más dolorosa (en términos sociales y económicos), de mayor temporalidad y con riesgos que podrían ocasionar momentos álgidos muy altos.


¿Qué fin puede tener la crisis económica de Argentina y expectativas de las citas del Presidente de ese país con el FMI?


¿Cuál parece ser el tema que más preocupa, tanto a los mercados internacionales como a los agentes económicos argentinos? La respuesta se encamina a solventar la duda sobre la capacidad de pago de las obligaciones externas del Estado argentino. Al presidente Macri, en su visita a la Asamblea de las NNUU le han bombardeado con este tipo de preguntas; y, sus respuestas han sido todas categóricas de que cumpliran con los términos de las acreencias. Bueno, en realidad no puede o no podía decir otra cosa, pero con estas afirmaciones adquiere un compromiso formal muy fuerte con la comunidad internacional.


Obviamente, el mercado quiere tener más elementos que le aseguren esta posibilidad y, ahí cabe la participación del FMI, quien con su enorme influencia y credibilidad, más allá de las críticas que siempre le acosan, puede revertir esas dudas en certezas. Pues bien, ahí está el valor de un buen Acuerdo con esa institución, que sea amplio, consistente y apoye los correctivos que debe poner en vigencia el gobierno de ese país. Por supuesto, si no existe espacio para un entendimiento, las penurias continuarán asuzando a esa economía.


El ajuste cambiario expresado en la fuerte devaluación del peso es ya de por si una decisión, programada u ocasionada por las circunstancias, que va a colaborar en la corrección del problema externo, mejorando competitividad, si no se anula el efecto con la respuesta de una más alta inflación, que deberá venir acompañada con decisiones que reduzcan el alto déficit fiscal.

Recomponer economías a las cuales se las trató con tanta irresponsabilidad cuesta mucho y con mucha frecuencia las sociedades no reconocen la necesidad de imponer correctivos. Muchos quieren seguir disfrutando de algo insostenible que fue producto de un engaño, de un fraude en la conducción política; incluso, lo aupan quienes han sido parte de actos fraudulentos que tanto abochornan a ese país.


¿Cómo mira los procesos de valoración y venta de empresas del Estado que arrojan pérdidas?


Son procesos largos que al tener el acompañamiento de técnicos provenientes de organismos internacionales, en este caso el BID, ofrecen mejores condiciones de transparencia. La valoración deberá ser resultado tanto de su situación actual, que puede estar contaminada por el sin número de decisiones malas, inadecuadas y hasta corruptas, como de la prespectiva de su conveniencia y funcionalidad futura.


Muchas empresas posiblemente no pasen este filtro y deban ser liquidadas. Las que queden, que serán pocas, podrán venderse al mejor postor en una licitación abierta, sin trucos ni maniobras. El Estado va a perder una parte de su patrimonio, o mejor ya lo perdió y eso se verá en los resultados de estas valoraciones, debiendo quedar claras las responsabilidades de estos resultados.


¿Si hay condiciones para reactivar la economía y la producción cuánto tiempo puede tomar una reacción positiva del sector privado del país?


A corto plazo sería iluso pensar de esa manera. El país no tiene recursos, está de alguna manera “asfixiado” y no dispone de las fuerzas necesarias para financiar nuevos emprendimientos. De ahí que, mientras se reordena el Estado sea indispensable impulsar, con las velas desplegadas, toda iniciativa privada que pueda realizarse con recursos traídos del exterior. Por esa línea se obtienen varios beneficios: se crea empleo, se aumenta la producción, mejora la balanza de pagos y se dinamiza las captaciones del sistema financiero., que a su vez impulsa nuevas rondas crediticias.



Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

30 de septiembre del 2018

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