Advertencia oportuna
Estamos de vuelta mirando la conducta de los precios en los mercados ecuatorianos. Terminó el año 2005 con una inflación descuadrada frente a los objetivos del programa de gobierno y salida de marco frente a la dolarización. En enero se repitió el resultado y ahora se siente lo que ocurre cuando no se pone a la estabilidad entre los objetivos sociales a tenerse en cuenta y a respetárselo. Al país le costó muelas salir de la inflación. El gobierno que impuso la dolarización no la tomó en serio y jugó con la política fiscal como una herramienta que no ocasionaba daños con su mal uso. Aumentó el gasto público sin misericordia. Se comió todos los excedentes tributarios que trajo consigo el buen trabajo del SRI, incluso dispendió los excedentes petroleros y dejó una caja fiscal sobregirada.
Por ello nació el FEIREP, de vida efímera por la persistencia de los virus que le atacaron sin contemplación y que hoy nuevamente han puesto en acción un panorama fiscal de pronóstico reservado. Y es que en nuestro país, la indelicadeza con los recursos públicos tiene características de epidemia. Todos quieren participar de ellos, pero nadie se conduele dándoles respetabilidad y obligando a que se los utilice con responsabilidad, eficiencia y transparencia.
Por aquí hay una causa de este rebrote inflacionario, pues al no tener una política monetaria activa, aunque algo se puede hacer, la política fiscal es lo único que queda para regular, o por lo menos contribuir a que los precios se conduzcan dentro del rango que obliga este modelo tan rígido.
La apreciación cambiaria, simulada para mirar como se altera el grado de competitividad de la producción nacional, ha llevado a que el tipo de cambio real sea del 96 por ciento, es decir cuatro puntos por debajo del equilibrio. Estamos todavía en un rango seguro, pero ya hay una alerta temprana, que obliga a atender este tema.
Durante la dolarización y hasta fines del 2005 los precios subieron el 152 por ciento y eso llevó a compensar toda la ventaja “competitiva” creada por las enormes devaluaciones del bienio 98-99. Ahora estamos en los límites, y los espacios que quedan para sostener un país razonablemente dinámico, son muy reducidos.
En los seis años de dolarización la conducta de los precios no ha sido igual para todos los productos. Hay algunos que salen victoriosos pues han tenido una recuperación fenomenal. Por ejemplo, las pensiones de primaria aumentaron el 650 por ciento!!;de la secundaria el 590 por ciento!!; las matrículas el 470 por ciento; el alquiler en 570 por ciento; el agua en 405 por ciento. ¡Estos son los ganadores! Ahora la educación privada es una empresa de alta rentabilidad. Los servicios públicos y el arrendamiento van de la mano, y los que pagan los platos con una proporción mayor de su ingreso, son los de siempre. ¡Pero nadie les defiende!
Claro que hay perdedores, como la pasta dental que cayó el 35 por ciento, las camisetas con una declinación del 26 por ciento; los limones con el 19 por ciento, que son ejemplo de los que han contribuido a que la inflación se derrumbe.
¿Cuándo se despierta el gobierno y toma este problema por delante? Aquí hay un objetivo social de gran valor y trascendencia.
DESTACADO
En nuestro país la indelicadeza con los recursos públicos tiene características de epidemia
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Febrero 9 del 2006