Inquietudes nacionales
¿Qué propósito tiene la iniciativa conocida la semana pasada del G 20 sobre la economía nacional?
El Foro de Economía y Finanzas Públicas, así se llama y no G 20, busca sensibilizar al gobierno y a la sociedad ecuatoriana sobre el delicado estado por el que atraviesa la colectividad. El propósito que unió a los profesionales signatarios de la declaración entregada al Presidente de la República, fue el de transmitirle la opinión compartida sobre los temas en los cuales existe consenso respecto de la aplicación de la política económica vigente desde hace un poco más de una década, que según su criterio, no ha tenido cambios relevantes hasta el momento actual.
Como lo señala uno de los párrafos del comunicado público, el Foro siente la responsabilidad de expresar sus preocupaciones pues la opción de permanecer callados no existe. Es más, deja expresa constancia de que la correcta conducción de la economía es una obligación ética irrenunciable y la presente política aplicada en este campo muestra fallas evidentes que obligan a una rectificación antes de que sea demasiado tarde.
El Foro cree que el diálogo franco y público es un camino en construcción que puede permitir el reencuentro dentro de la sociedad, para convertirse en un poderoso instrumento de búsqueda de consensos en temas y campos en los cuales debe prevalecer, por sobre cualquier interés particular, el de la colectividad.
¿Cuál piensa usted que puede ser el resultado del Diálogo de los economistas del G 20 con el Presidente?
La decisión tomada por el grupo de buscar primero una opinión compartida, para más tarde, como ocurrió,
trasladarla al gobierno y al país, sólo tiene sentido si existe la esperanza de que sea una semilla que con el tiempo germine y ofrezca resultados tangibles.
Ahora bien, para que aquello ocurra es indispensable tener contrapartes que compartan los objetivos, tengan mente abierta, valoren la consistencia de las ideas y sus propuestas bajo el mérito de su racionalidad y estén dispuestos a rectificar pues coinciden en el diagnóstico sobre la existencia de los problemas.
¿Qué cambios fundamentales formularía usted en política económica a corto, mediano y largo plazo?
Hay que regresar al uso y el respeto de los principios fundamentales de una política económica sana, que transmita seguridad, sea estable, busque corregir las inequidades, permita maximizar el crecimiento para convertirlo en el aliado de nuevas y mejores fuentes de empleo.
Esto se lo consigue cuidando los equilibrios macroeconómicos, de los cuales se desprendió el país hace un poco más de una década, al considerarlos como parte de una concepción teórica que ya era historia y había sido superada, pero que con mucho vigor ha demostrado su valía y actualidad a pesar de la perseverancia con la cual se los ha desafiado.
La gran crisis por la que atravesaron las economías mas importantes del mundo a partir del 2007, cuyas secuelas en algunos casos todavía no han sido superadas y continúan demostrando los profundos daños sociales que se ocasionaron, fueron consecuencia precisamente del irrespeto de estos principios fundamentales.
No hay un solo país en el mundo que pueda ser ejemplo de una política económica basada en desequilibrios crónicos y estructurales y demuestre resultados
tangibles en la lucha contra la pobreza, la indigencia, la inequidad. En cambio, los que basan su política económica en estos pilares han logrado mejorar el bienestar de los estratos con enormes limitaciones materiales.
¿Es manejable el volumen de deuda externa, qué hacer?
Debería serlo, de lo contrario el país estaría frente a un problema sin solución. Otra cosa es calificarla como incompatible con la capacidad de pago que tiene el país por sus condiciones onerosas, que pone en riesgo la dinámica de crecimiento necesaria para ir solucionando, a un ritmo razonable, los problemas relativos al mejoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos.
Como está contratada y por el tamaño al que ha llegado, queda poca duda de su inconveniencia con los objetivos de desarrollo necesarios para mitigar las necesidades insatisfechas de las generaciones actuales. Ni que hablar de las futuras.
La tarea necesaria para resolver los efectos de estrangulamiento que ya ocasiona a las cuentas fiscales y erosiona la balanza de pagos, parte de la solución del desequilibrio fiscal. No se puede arreglar sin la reducción sistemática del déficit fiscal.
¿Cómo acometer la crisis del IESS?
Lo primero pasa por el reconocimiento de las deudas acumuladas que tenía y tiene el Estado como consecuencia del desconocimiento unilateral de sus obligaciones para aliviar la crisis a la que le llevó su política fiscal.
La sostenibilidad de los sistemas de pensiones y salud depende del cumplimiento de las responsabilidades históricas que contrajo el Estado para poner en vigencia y más tarde para complementar las necesidades financieras que se derivaban de los cálculos actuariales. Hoy, todo esto se vino abajo por el inconsulto e irresponsable abandono decidido de manera unilateral por el gobierno que feneció.
Además, se requiere revisar las condiciones o parámetros que deben cumplirse para acceder a este derecho social. No escapa la evaluación de la eficiencia operativa, la revisión de las políticas de inversión, la formulación de otra forma de gobierno corporativo que destierre las prácticas abusivas de utilización de los fondos, especialmente por parte del gobierno de turno.