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Inquietudes nacionales

¿Cuál es el panorama para el sector empresarial en el 2018?


En gran medida puede resumirse como un año expectante. Se sabe que la economía no tiene nuevos bríos; mantiene los problemas estructurales vigentes, que en algunos casos inclusive tienden a deteriorarse; no se visualizan líneas de gestión que demuestren un propósito de enmienda, en especial en el complejo campo de la política fiscal en el cual, a pesar de los anuncios de austeridad, los resultados no lo acompañan; la deflación, es una amenaza nueva que puede ocasionar desajustes no conocidos.


La brecha de financiamiento fiscal y externa es posiblemente la amenaza más compleja que tiene la realidad actual. Es muy alta y su enfrentamiento por la vía exclusiva del endeudamiento no le lleva al país a un puerto seguro. Es más, le pone frente a una tormenta futura muy embrollada. La volatilidad monetaria que se vivió el año que concluye derivada de las consecuciones o retrasos en los desembolsos de deuda, no puede seguir marcando el ambiente del sistema financiero.


La búsqueda de un política económica que se reconcilie con la inversión privada para que retome su papel protagónico, todavía no dispone de instrumentos objetivos que la pongan en práctica. A pesar de ello, aparecen como excepción las mejores relaciones económicas en los campos de hidrocarburos y minería, en los cuales se afincan los montos más importantes de las expectativas privadas.


No luce bien el campo del comercio exterior, en particular el vinculado con las exportaciones a los EEUU. La terminación del sistema de preferencias arancelarías complica las condiciones de competitividad de los productos nacionales, con potenciales problemas en la viabilidad de algunas empresas.


Con la Unión Europea se ven mejor las cosas, aun cuando las modificaciones arancelarias y las tasas aduaneras a las importaciones, si han causado molestia que podrían derivar en un problema.


Ya es hora que el país defina de mejor manera su política económica con los mercados internacionales. No puede seguir jugando con los instrumentos que la regulan según la interpretación que se de a una circunstancia dada. En el resto del mundo están las oportunidades para que el ecuador crezca. No hay otro camino y sólo se lo transitará si hay decisión en hacerlo.




La defensa del sistema monetario requiere la solución de la pérdida de competitividad, que si bien ha sido mitigada, mantiene su vigencia frente a las ventajas que han conseguido los países competidores.



¿Cuáles son los tres desafíos más grandes que enfrentarán las empresas el año que viene?


Parecería que el mantenimiento de la producción, el cuidado de los márgenes y la reinvención marcarán las principales decisiones en la economía privada. Si en la macroeconomía subsiste el problema de encontrar fuentes que sustituyan a las que se perdieron, la restricción que tiene la balanza de pagos lleva consigo a una demanda interna contraída o con dificultades de rehabilitarse.


En el 2017 se sintió una mejora en varias actividades, algunas por una mejor posición de los mercados internacionales y otras por el impacto, transitorio y de muy difícil sostenibilidad, del gasto público impulsado por el enorme aumento del endeudamiento público. Para el 2018 no se ve una perspectiva clara, por lo cual el tamaño del mercado interno puede volver a ser un factor contractivo de las ventas de la producción nacional.


Ahí creo que cabe un desafío: sostener producción. El segundo está íntimamente ligado y se refleja en la caída de los precios como el incentivo que busque contrarrestar la presencia de una débil demanda. Ahora bien, con una política económica que tiene limitaciones en la flexibilidad de los costos de producción, este problema lleva consigo hacia la búsqueda de cambios en las funciones de producción. De ahí nace el tercer desafío: reinventarse. Y aquello no sólo puede permitir la sobrevivencia sino transitar hacia un mundo de producción afincado con mayor profundidad en el explosivo mundo tecnológico con el cual convivimos y a momentos nos sentimos desbordados.


Mirada la crisis desde una óptica de oportunidades, los empresarios ante estos retos rompen sus rutinas y buscan otras forma de emprender, pero necesitan que la política económica les acompañe ofreciéndoles seguridad, estabilidad.


Los empresarios ecuatorianos conocen de cerca las crisis. ¿Cómo ayuda esa experiencia ante momentos de incertidumbre?


Viejo axioma: más sabe el diablo por viejo que por diablo.


¿Qué pasará con las empresas que están empezando su andar en el mundo de los negocios?


Dependerá del acierto con el cual han calculado la existencia de un mercado que puede ser explotado. Si lo hicieron bien, podrán crecer. Precisamente ahí radica la razón por la cual el riesgo que se toma merece una recompensa. No siempre se acierta. Incluso se puede decir que muchas veces se pierde, pero ese es el juego al que se somete el inversionista. De ahí, que requiera una política económica predecible, pues si ella no existe, el riesgo es mayor y la decisión exige retornos superiores.


¿Cuáles son las cualidades que deberán reunir los empresarios para mantener a flote a sus negocios y conservar el empleo?


Suponiendo que el tema de la viabilidad de la empresa no está en interdicción, todo empresario debe ser transparente consigo mismo, con sus socios, con los empleados, con el fisco, con la sociedad. La transparencia normalmente acompaña a la eficiencia y ésta a la continuidad del negocio y con él al empleo.



Colaboración

Diario El Comercio

23/12/2017

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