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Inquietudes nacionales

¿Cómo evalúa los primeros 100 días del Gobierno?


La política copó estos inicios y no fue una novedad. Era previsible. Sin embargo, la intolerancia de un sector al interior del movimiento de gobierno precipitó los esperados e inevitables conflictos.


El eje central de esta corta etapa se centró en construir una base política leal al ejecutivo, de la que carecía, cuyo resultado todavía luce incierto a pesar de ciertos alineamientos o silencios expresivos; y, recuperar la imagen muy venida a menos en los días anteriores al inicio de la gestión, sobre la base del respeto a la libertad de opinión, que permitiera crear un ambiente y expectativas de recuperación de los principios que gobiernan una democracia liberal.


Abrió diálogos sin exclusiones, abandonó el lenguaje y la actitud beligerante. Demuestra tolerancia y expresa firmeza en especial cuando aparecen discrepancias o críticas ácidas dentro de su propio movimiento, foco de las más fuertes tensiones políticas, cuya senda señala un desenlace de ruptura.


Sin embargo, esta retórica, que parece singular y extraña pero que no es más que la correspondiente a una democracia madura (que ojalá algún día la podamos conseguir), demuestra inconsistencia con la estructura gubernamental conformada con representantes de la violencia verbal, de la intolerancia y, lo que es peor poco dispuestos a reconocer los innumerables hechos irregulares ocurridos en la gestión del anterior gobierno.


La corrupción ha ocupado un plano privilegiado en el debate. Ha sido el parte aguas del movimiento de gobierno. Ahí se siente el peso de las responsabilidades y el afán de sacudirse de quienes llevaron adelante acciones podridas. Todavía no se visualiza la apetencia o el entusiasmo de la justicia por cumplir su enorme responsabilidad. Hay algunas muestras de recomposición, pero siguen sonando temores sobre la presencia de un “tongo” bien orquestado. Ojalá aquello quede sólo en la presunción.


En política exterior el papel del Ecuador ha sido más que lamentable. Contradictorio con lo que quiere o dice que quiere hacer en el país. Siguió una línea descompuesta con los valores que siempre defendió nuestra sociedad, en especial con la defensa de los derechos humanos, de la paz y el no abuso de la fuerza, así como de las normas que regulan la democracia.


¿Qué se ha hecho en materia económica y qué decir de las mesas de diálogo convocadas por el Presidente y sus resultados?


Algo marginal. El resultado es magro. Hay muchas afirmaciones, compromisos, pero sin realizaciones. Las mesas de diálogo no demuestran resultados. El ambiente en el cual se llevan a cabo las reuniones luce mejor, aunque la concreción de los temas y sus soluciones no parecen estar cerca.


El reconocimiento de las manipulaciones de las cifras oficiales y la necesidad de transparentarlas es sin duda alguna un hecho positivo y de singular valía, a pesar de que luego volvieron a aparecer explicaciones tortuosas para justificarlas.


Las actividades privadas mantienen una actitud expectante antes de tomar decisiones sobre nuevas inversiones. En general la economía está trabajando con lo que tiene, con un mercado interno restringido y algunas mejoras en los mercados internacionales, pero sin ambiciones.


El renunciamiento al uso del dinero electrónico por parte del Banco Central, cuya cristalización está pendiente, alivió la amenaza sobre la incorporación de una segunda moneda a la economía. Eso tranquilizó al sistema financiero, aunque el Central sigue siendo la herramienta de financiamiento fiscal.


Sobre inversión privada y recuperación del empleo, hay poco o nada por decir.


¿Qué conclusiones saca del debate de la Pro forma 2017?


¿Cuál debate? Ni el gobierno, peor la asamblea abrieron espacios para una discusión conceptual, técnica. Lo han hecho solos y eso responde al débil afán de corrección de la línea de gasto público que ha estado vigente desde el 2007 y que se ve con claridad en el planteamiento realizado para lo que resta del año.


Serán los hechos los que marquen los resultados finales de la gestión fiscal. Ahí se apreciarán las excesivas estimaciones de los ingresos que podrían llevar el déficit a un nivel parecido o algo superior al año anterior. El quid de todo el entramado radica en la capacidad del gobierno de encontrar fuentes financiamiento. Si no lo consigue, el gasto tendrá que reducirse.


En resumen, se deberá esperar a octubre para ver si en el 2018 se inicia la corrección del papel del Estado en la sociedad.



¿Cómo se puede cambiar el perfil de la deuda?


No se si la pregunta se la podría reformular en los siguientes términos: ¿Es posible volver a crecer con una deuda que supera el 60% del PIB, es cara y tiene vencimientos en períodos de corto y mediano plazo?

La respuesta es categórica: ¡No!, no es posible hacerlo y su reprogramación debe ser parte de un programa integral, de aplicación gradual, que recupere los equilibrios fundamentales.


¿En qué términos? En los que sean consistentes con la capacidad de pago de una economía que no trabaje estrangulada en recursos y pueda mantener relaciones económicas internacionales abiertas, disponga de recursos para promocionar inversión y pueda cubrir las necesidades de los sectores sociales.


¿Qué esperar de la gira del ministro de Comercio Exterior a China?


No se cual es la agenda. Poco puedo comentar que no sea la necesidad de equilibrar la balanza comercial. China tiene que demostrar un apetito mayor por los productos nacionales.


Colaboración

Diario El Comercio

Septiembre 2 del 2017

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