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A la espera de algo convincente

Aprovechando esta aparente calma que nos proporciona el nuevo estilo de gobierno, así como la ausencia de señales claras que permitan visualizar el horizonte que deberá enfrentar el país, vale la pena tener claro que los problemas siguen ahí, sin solución aparente, un tanto olvidados ante el anhelo de poder retarlos en comunidad y no por la fuerza o la intemperancia.


No hay nada más que esperanza, para algunos confiada en la palabra del presidente cuyas afirmaciones han sido claras, especialmente cuando han salido de su lectura y no de una improvisación. Para otros, poco creíbles dada las difíciles circunstancias políticas en las cuales navega su movimiento político, donde sobresale la intromisión temprana y como siempre destemplada del ex presidente, así como el proceso judicial de encausamiento de todos los involucrados en los numerosos casos de corrupción.


Felipe Burbano, decía hace pocos meses que el país se verá abocado a una lucha inédita por el vacío de poder que se producirá durante la sucesión del gobierno. Y eso empezamos a sentirlo cuando el sustituido sigue haciendo uso de todo mecanismo para sostener su fuerza dentro de Alianza País, mientras el gobierno, con alguna sangre fría se hace de la vista gorda, pero algo se trae consigo. El mundo de los rumores está lleno de tramas, especulaciones, entredichos, precisamente por la existencia del espacio en disputa.


En el medio, el país expectante, a momentos confiado en recuperar los principios democráticos quiere encontrar señales precisas que permitan desarmar las amarras establecidas para controlar toda la institucionalidad pública, entre las cuales aparece como caída del cielo la pieza inicial representada en la persona escogida para reemplazar al “defenestrado” contralor. Ahí se podrá probar hasta donde la oferta gubernamental se asienta en bases firmes y no es simple retórica.


Igual ocurrirá el momento que el gobierno anuncie los supuestos del presupuesto reformado para lo que resta del año calendario e, informe, con el debido grado de detalle, las condiciones, metas, objetivos de su programa económico.


Ahí se abrirá el abanico, cuyas alegorías descifrarán las interrogantes que permanecen en una suerte de sala de espera. Ojalá no se convierta en un parto que desilusione tempranamente esos débiles signos de posibles cambios de fondo y se los vea como el ruido de inútiles aunque vistosos fuegos pirotécnicos.


En buena medida la sociedad le ha dado el beneficio de la duda al nuevo ejecutivo. Espera hechos concretos: en lo político, en lo moral, en lo judicial especialmente rompiendo todo impedimento para castigar a los corruptos, y finalmente en lo relativo a la diaria gestión del mundo económico.

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