Inquietudes nacionales
¿Cómo mira la recaudación tributaria para un nuevo período recesivo de la economía nacional?
En los años 2012-13-14, la recaudación tributaria llegó al 14% del PIB. Sin embargo, históricamente, el mejor año fue el 2015, al obtenerse 15 600 millones de dólares (15.5% PIB), por las salvaguardias y amnistía tributaria. El año 2016, incluyendo todo el paquete de impuestos creado alrededor del terremoto de Manabí y Esmeraldas, el fisco recibió 13 800 millones. En tanto que la proyección del 2017, una vez concluídas las aportaciones extraordinarias del sismo, con excepción temporal del IVA y salvaguardias (medio año), arrojan una recaudación cercana a los 12 800 millones.
Existe, por lo tanto, una brecha contributiva, en valores absolutosque podría llegar a 2 800 milllones de dólares (3% PIB). A la cual se suma la caída de ingresos provenientes del petróleo en similar período (cercana a los 6 000 millones), mientras los gastos corrientes no han tenido ninguna corrección.
De ahí que, el déficit del presupuesto del gobierno sea creciente, a pesar de los recortes en las inversiones públicas: 7.5% del PIB en el 2016 y posiblemente 6% en el 2017.
Un dato más: de no tomarse medidas de reordenamiento fiscal, los ingresos tributarios y no tibutarios es posible que no alcancen para sufragar los gastos corrientes del presupuesto nacional, y eso si no es toman recursos para importar derivados.
Presidente propone condonar los intereses de los créditos del ex Banco de Fomento menores a USD 20 000. ¿Cuál es su criterio sobre esta propuesta?
La vieja política dadivosa, que tanto daño ha hecho a la cultura crediticia nacional, vuelve hacerse presente. Lo hace en un momento político que deja un mal olor por su oportunismo electoral, y también por la contradicción con la lastimera realidad fiscal. ¿Qué lo justifica? Nada. Aún más, si se acepta la argumentación gubernamental sobre la inexistencia de la crisis, la propuesta es un sinsentido.
¿Qué opinión tiene de la baja de operaciones de modo temporal y definitivo desde y hacia el Ecuador, a qué lo atribuye?
Si la pregunta se refiere a las transacciones internacionales, la explicación radica en la contracción de la economía nacional y el cambio del comercio internacional. El país dispone de menos recursos para mantener las actividades nacionales. Por lo tanto, éstas han tenido que reducirse a un nivel que las permita reencontrar otro punto de equilibrio, inestable y precario.
Por eso, importa menos bienes. El consumo interno demanda menos productos. Sólo recordemos, que el Ecuador llegó a tener el 55% del PIB entre exportaciones e importaciones y, en la actualidad, raspa el 30%. Hoy, es una economía menos abierta, que debe encontrar nuevas fuentes propias que le den sostenimiento, si desea recuperar la dimensión que alcanzó y no supo sostenerla.
A esto se suma la casi desaparición de los flujos de capital privados, que sirvieron en muchas ocasiones de amortiguadores del ciclo económico. Sólo existe el ingreso de recursos provenientes del endeudamiento público. Y por ese camino, las opciones de cobertura de las necesidades macroeconómicas, son menos exuberantes a las disponibles en años recientes.
Hay quienes exigen que se conozca los detalles del contrato de Metro de Quito; también las condiciones de los diferentes créditos con China. ¿Qué le parece?
Es principio fundamental de la política pública la transparencia de todas sus decisiones. En una democracia seria, bien articulada, no existen transacciones proscritas al conocimiento de la sociedad. Incluso, las llamadas de seguridad nacional, tienen mecanismos de control que aseguren el buen uso de los recursos de la colectividad.
Las cuentas reservadas, las transacciones declaradas sensibles o de conocimiento restringido, son caldo de cultivo para la corrupción. Por ahí se anidan todo tipo de trafacías. Pululan los inescrupulosos. No hay nada más sano y conveniente para la higiene nacional y la pelea contra los actos delictuosos, que el manejo del dinero público sometido al escrutinio público.
Todo acto o contrato tiene explicación y puede justificarse si responde a una necesidad nacional.¿Dónde cabe el secreto de los créditos chinos? ¿Qué hay de delicado en el contrato del Metro de Quito que impida su evaluación pública? No lo sé, ni lo entiendo. Recuerdo, a manera de anécdota, la discusión que se dio hace muchos años cuando se eliminó la calidad de información confidencial de las importaciones privadas. Ahí, en parte se incubaba, aunque no siempre, el germen de la subfacturación y evasión tributaria.
¿Se podría señalar algunas líneas básicas en las cuales podría asentarse la nueva política económica?
La definición del papel del Estado y las actividades privadas dentro de la sociedad determinan el tipo de gobierno y política que se ejecuta. Este el punto central de una concepción que retome los equilibrios macroeconómicos como eje de acción permanente. La actual visión, desequilibrada por la presencia de un estado obeso, abusivo, ha demostrado, una vez más, su total inoperancia.
La armonía en las relaciones entre trabajadores, empresarios y estado, como socios del desarrollo ( no como partes antagónicas) es una vía que ofrece resultados tangibles. Aquello requiere de comprensión, tolerancia, perseverancia, afán de enmienda y propensión al diálogo. No es un camino sencillo, pero si no se lo recorre, no se llega a ninguna meta.
En el corto plazo, por los daños existentes, será necesaria mucha prudencia, pero también capacidad de decisión. Las rectificaciones serán innumerables, aunque dentro de ellas se deberá cuidar de manera particular el empleo y la situación de los estratos bajos.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Febrero 18 del 2017