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Termitas

Resulta complejo advertir, con una antelación razonable y una precisión adecuada, la gestación de una crisis en un país dolarizado. Cuando empiezan a desafiarse los paradigmas de su funcionalidad, los daños que causa esa arbitrariedad, no son fácilmente visibles, ni oportunamente advertidos. Por eso, la gran mayoría desdeña las advertencias, hasta que aparece la evidencia, pero ya es demasiado tarde.


Eso pasó aquí. Las prevenciones emitidas no fueron tomadas con la seriedad debida. De hecho, algunos indicadores no acompañaban las admoniciones. No habían signos epidérmicos sobre la presencia de esas alteraciones. El gobierno desechó las recomendaciones y, a la final, favoreció la formación de un desequilibrio estructural inmanejable.


“Al entrar en la madera, la termita es invisible; cuando te das cuenta, la madera ya está podrida” Con esta frase, acuñada a inicios del 2015 por Fernando E. Cardoso, para explicar el problema brasileño, encontré el símil que grafica la dificultad de visualizar la crisis incubada en la economía ecuatoriana. La dolarización se lleva el mérito de ser un escondite irreductible.


Con esto en mente, podemos decir que al igual que en el tratamiento para recuperar la madera se exige expulsar esas termitas, inyectar compuestos que la rehabiliten y la vuelvan útil otra vez. En la economía, estas termitas, representadas por el excesivo gasto público, que abrió boquetes enormes en sectores claves, obligan a redimensionarlo, eliminando todo exceso invasivo, para recuperar la sanidad económica.


Sin esto, no hay solución posible. No hay la recuperación anunciada. Y sino digan:¿Cuáles son los recursos con los que cuenta el gobierno para impulsar el crecimiento, si se gasta casi todos los tributos en la operación diaria del Estado y no le queda nada para invertir? El petróleo ya no le aporta. ¡Tendrá que endeudarse más para hacerlo! ¿Acaso espera que sólo invierta el sector privado? ¡Absurdo!


La recaudación de impuestos confirma el achique. Desde hace meses el modelo regresivo que utiliza Gesplafin para medir la gestión del SRI y proyectarla a fin de año, reitera la caída de las recaudaciones en más de 2 700 millones frente a lo obtenido en el 2015. Y, si ese modelo explica una correlación del 98% con el PIB, el eclipse de la economía está más que confirmado.


Los datos de desempleo, subempleo, empleo no adecuado confirman la profundidad del daño social: en los últimos 360 días hay 95 000 más desempleados; 440 000 más subempleados; 180 000 más empleados sin remuneración (de que viven?, no lo se); 60 000 menos empleos plenos. Y, la cuenta no termina todavía.


Las termitas nos están matando.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Octubre 21 del 2016

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