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Siempre hay algo

En el frágil equilibrio del mundo contemporáneo, ya no son, por lo menos hoy en día, los hechos económicos los que agobian. Hay una suerte de tregua, aunque no para todos los países. Los lunares sobresalen. Ahora, es la política la que marca los tiempos inmediatos. La verdad es que siempre lo ha hecho, pero a su modo y generalmente dentro de un marco de expectativas racionales. Lo cito de esta manera para relievar los singulares cambios que se incuban, que sin ser dramáticos, en un plazo inmediato demuestran el rearme de fuerzas nacionalistas, que toman rasgos populistas o anti sistema en algunos países, mientras otros tienen sobresaltos ante fenómenos inesperados de violencia.


Las sociedades sienten los cambios. Marcan la vida diaria. Algunas no atinan a manejarlos. No las esperaban y no están preparadas. España es un ejemplo. Alemania pierde la paciencia por los migrantes. Italia se complica con su referéndum. En Francia, la derecha nacionalista amenaza. Inglaterra lidia con el Brexit. Austria se suma al grupo. EEUU avisa la presencia de una opción política impredecible. La migración pone los pelos de punta a Europa. La violencia de los extremistas islámicos, evapora la seguridad ciudadana de los otrora seguros países desarrollados.


Todos estos hechos, elevan el nivel de las amenazas al sistema y sus valores. Se siente el riesgo que corre una vida común. Le vuelven más compleja a la acción pública concertada para alcanzar un bienestar superior. Los temores suben de grado, se entregan recursos a nombre de la seguridad y retraen las decisiones de inversión. Se esconden las oportunidades. El recelo interpersonal crece.


Hay policías por todas partes. El paisaje es otro. También hay dinero en el mundo, barato todavía, pero resulta difícil circularlo. Sale al mercado y regresa para acumularse en el sitio de su origen: los bancos centrales. Es tiempo de tasas negativas para castigar ese acopio y remover la piel de los inversores. Es época de pagar para ahorrar. ¡Así como se lee! Ya son varios los países que lo aplican. Se sanciona no sólo a las personas sino a los bancos por sus excedentes. Ese es el mundo que revisa sus paradigmas. Se ve en acción un proceso exploratorio que prueba nuevas hipótesis. La deflación complica la vida. En algo nos recuerda, por lo menos a los ecuatorianos, los dilemas del Patrón Oro. Pero la lucha sigue.


Así es la economía en estas circunstancias: dinámica, extraña, reservada, cambiante, sugestiva y retadora. Por eso, hay veces que una buena noticia es mala noticia. Y si no, piensen porqué se preocupan los mercados de valores cuando los datos de la economía de los EEUU, demuestran convalecencia.


Colaboración Editorial

DIARIO EL COMERCIO

Octubre 07 del 2016

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