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Falsedad y gordura

Con una soltura, digna de temas sobre los cuales existe suficiente conocimiento, se escucha con frecuencia defender la tesis de tener un país sub endeudado. Aún más, con margen legal para hacerlo. Se lo dice con tanta seguridad, que algunos han caído en la trampa de aceptar aquello.


Sin embargo, al hacer una disección del tema, esa verdad no parece ser tan contundente. Si alguien averigua la existencia de alguna tesis económica que la avale, se topara con la dificultad de encontrarla, porque no existe.


Nadie, hablando en términos académicos, como le gusta al gobierno, puede defender la determinación de un límite para el endeudamiento público frente al PIB como aceptable. Decir que el 40% lo es de manera absoluta, sin mirar otras relaciones vinculadas con la capacidad de pago del país, no tiene sustento alguno.


Sostener que una relación superior al 100% del PIB demuestra la insolvencia de una sociedad, tampoco refleja dicha circunstancia. El análisis es incompleto y carece de soporte.


No es lo mismo ser país emisor de moneda dura y aceptable en el mundo, que serlo simplemente un usuario de aquella. El primero tiene una ventaja indescontable. El segundo una limitación evidente.


No es lo mismo contratarla al 1.4% anual de interés a 10 años, frente al 10.75% y sólo a cinco años. O, tenerla al 1% y a más de 25 años, como la griega, a pesar de su saldo extraordinariamente alto que la agobia, con un servicio de intereses menor al de Ecuador !!


No es lo mismo conseguirla sin garantía específica, que entregar activos preciosos y estratégicos como respaldo (Petróleo y Oro). O pensarla en cómo pagarla sabiendo que ya rebasa dos años de exportaciones nacionales, que es la fuente natural de pago.


No es lo mismo tener la confianza de los mercados, como Japón, cuya deuda pasa del 200% del PIB y poder emitirla incluso con tasa negativa. A hacerla para atender un bache que no se sabe como se lo va a sustituir. Y, con un horizonte de flaco crecimiento; y, eso si lo hay.


Se podría desgranar aún más el análisis. Verlo dentro de una lupa latina para comprobar lo mal que se ha hecho este trabajo. El Ecuador ha contratado deuda que por onerosidad raya en transacciones de mercado chulquero. Su costo es demencial frente a la tasa de crecimiento de la productividad.


Bajo esas condiciones, ya no sólo los intereses acosan a las cuentas fiscales, sino el pago del capital requiere de un tiempo imposible para hacerlo. La deuda crece exponencialmente. Entonces la cuerda se tensa y el estrangulamiento no deja espacio para que la economía respire y pueda vivir.


Es evidente que la tesis del sub endeudamiento es falsa. Seguir sosteniéndola es un sofisma. Reapareció con fuerza y peligrosidad un problema gordo.




Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Agosto 12 del 2016


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