Inquietudes nacionales
¿Cómo se entiende la posición del gobierno frente a las declaraciones políticas de Assange contra Clinton?
No cabe otra explicación que la de por lo menos complicidad. Hay algo en esta relación que no conocemos, porque de otro modo no se entiende tanta tolerancia. En el derecho internacional, uno de los fundamentos del asilo político es el compromiso del ciudadano favorecido con este trato de guardar compostura y abstenerse de realizar comentarios políticos de naturaleza alguna. Con mayor razón aquellos que pueden afectar, como en este caso afectan, al país anfitrión.
La conducta del asilado demuestra su falta de respeto al Ecuador. Hasta su lenguaje es repudiable. En reiteradas oportunidades ha atropellado la hospitalidad ecuatoriana. Incluso maltrató al gobierno y al país con calificativos, que, bajo otras condiciones políticas, en las cuales se evidencie la defensa de la soberanía y dignidad nacionales, con seguridad le hubieran significado el fin de su estadía en la embajada de Londres.
La política internacional del país está descompuesta. Causa bochorno. Es inconsistente con los principios que con arduo trabajo logró construir el país. Fue respetada por muchos gobiernos y se la elaboró con la contribución, hoy ausente, de diplomáticos de alta calidad intelectual y moral.
Con mucha frecuencia se hace el ridículo. Esta vez, con declaraciones ofensivas contra los EEUU y la candidata a presidente, que sin duda traerá consecuencias. Pobre ministro Cassinelli, cuya labor beneficiosa para el país, al tratar de conseguir una ampliación de las preferencias arancelarias, a cuatro productos claves del portafolio de exportación nacional, se topa con este acto beligerante y, su gobierno, lo permite.
La postura del amparado favorece a Trump, cuyas declaraciones de política internacional caminan hacia el rompimiento del acuerdo de defensa de las democracias y los derechos humanos. Para él, aquello es secundario frente a los intereses, especialmente económicos de los EEUU. No importa que se irrespeten los derechos o se rompa una democracia, si aquello le conviene.
Al permitir este desplante, el gobierno nacional impulsa ese cambio retrogrado, que puede ser, más temprano que tarde, si gana la opción Trump, que ojalá no ocurra, un bumerang para su propia estabilidad, de toda la región y, hasta del mundo.
Países como Canadá, Méjico, y los 12 del Pacífico que firmaron el TPP con EEUU, observan al Ecuador con el recelo propio de alguien que conspira con sus intereses, pues Trump, entre sus muchas contradicciones, también anuncia la intención de eliminar los acuerdos comerciales.
¿Cuánto pesa el riesgo país a la hora de emitir bonos del Estado al mercado internacional?
Este indicador señala por un lado el costo adicional que debe enfrentar un potencial deudor, frente a las condiciones en las cuales se transan los bonos del gobierno de los EEUU, para igual plazo. De otra parte, significa el beneficio esperado por los inversionistas para asumir un riesgo superior al del país referente.
En el caso del Ecuador, la tasa convenida para esta emisión de bonos del 10.75%, señala un riesgo país del 9.35%, pues el bono de los EEUU oscila alrededor del 1.40%. En otros términos, este riesgo es de 935 puntos, es decir 6.7 veces más caro que el bono indicador.
El mercado, en días anteriores a la emisión daba señales de un mejoramiento de esta percepción de riesgo, pero en la negociación, el resultado no reflejó aquello. Es a todas luces, un costo desproporcionado e incompatible con la capacidad de pago del país.
¿Qué expectativas reales existen sobre el Acuerdo con la Unión Europea?
En la primera pregunta se hizo una referencia tangencial al posible impacto en las relaciones económicas por la permisividad del gobierno frente a la actitud desafiante de Assange. En concreto, los países europeos deben mirar con estupor la conducta internacional del Ecuador. Por un lado busca llegar a un acuerdo comercial, mientras por otro lado da paso a declaraciones que apoyan a un pretendiente de la Casa Blanca, que predica un discurso aislacionista, tanto en el aspecto económico, como el referido al Tratado de Defensa del Atlántico Norte, OTAN.
Hasta el momento de escribir esta columna no había noticias sobre la evolución del proceso de aprobación. El tiempo corre y la fecha límite concluye con el año. Ojalá, se llegue a puerto y estos contratiempos puedan ser superados.
Hay sectores de la producción que ven mejorar el panorama. ¿Qué expectativas podemos abrigar para el segundo semestre del año?
No mayores. El panorama sigue igual. El petróleo volvió a sus andanzas. El precio declina lentamente, concluyendo un corto período de recuperación, por lo cual nuevamente las expectativas marcan una etapa restrictiva. No hay señales de mejoramiento. Apenas hay momentos de cierta sensación de alivio con la llegada de los créditos externos, pero tan pronto pasa su impacto inmediato, aflora la situación de impotencia ante una realidad financiera que ya estranguló muchas actividades, empresas y despidió trabajadores.
En este semestre no hay razones que permitan un cambio de ánimo de la economía. El derrumbe de las importaciones, los problemas de las exportaciones privadas, marcan un sector externo contraído. El bache fiscal sigue ahí. La inversión está retraída. El desempleo crece. En fin, el cuadro no ofrece aliento.
¿Cuánto tiempo podría tardar en recuperarse la economía después de estos años difíciles?
Serán algunos años, si el modelo resiste, pues está sometido a un estrés muy fuerte. Los daños son mayores y la brecha financiera es demasiado grande como para pensar que la situación es temporal. La recesión es muy agresiva contra el empleo.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Agosto 06 del 2016