Inquietudes nacionales
¿Cómo interpretar el anuncio oficial de un ajuste presupuestario, en qué medida debiera hacerse?
Es el resultado evidente y esperado de la ejecución de un presupuesto desequilibrado, que desde su concepción estuvo inadecuadamente estructurado. Como pueden recordar nuestros lectores, varias instituciones privadas, empezando por el Observatorio de Política Fiscal, asi como algunos analistas, advirtieron a la Asamblea sobre las debilidades de los supuestos utilizados para su construcción, empezando por la mala-anti técnica-ubicación de algunas partidas, la omisión de otras y, las sobre estimaciones de ingresos, entre los cuales merecieron especial consideración los tributarios.
Ahora, cuando apenas han transcurrido dos meses del año, se anuncia recortes por 1 400 millones de dólares, lo cual si bien va en la dirección inevitable de reducción del tamaño del Estado, se lo hace más por el apremio antes que por la convicción de su necesidad o conveniencia.
Y ocurre sin un marco de referencia sobre la forma de priorización de los gastos o inversiones. Lo que ahora el gobierno anuncia no forma parte de un plan en ejecución que permita conocer la meta buscada, las areas en las cuales ocurrirán los cambios y las consecuencias que vendrán como resultado.
Dicho lo anterior, para aterrizar en el análisis con datos que permitan apreciar la realidad fiscal y medir el grado de estrés financiero del presupuesto, el OPF realizó un trabajo de corrección de ingresos (los datos oficiales de las recaudaciones de enero son muy malos: sólo el IVA tuvo una caída del 24% frente a igual mes del 2015), racionalizó ciertos gastos que pueden ser superfluos y recortó en 3 000 millones la inversión pública, para con estos esfuerzos determinar las nuevas necesidades totales de financiamiento del presupuesto en este año 2016.
El resultado de este trabajo llevó al OPF a calcular un requerimiento total (financiamiento requerido) de 13 900 millones de dólares (14% del PIB), de los cuales 3 300 millones son resultado del nuevo déficit fiscal (producto precisamente de un recorte total –gastos e inversiones- de un poco más de 4 200 millones de dólares), más 10 600 millones requeridos para atender a las amortizaciones totales de deuda interna y externa que se vencen en este período.
¿Qué opina de la nueva meta de crecimiento económico: es el fracaso del modelo?
De a poco, el gobierno, mediante vocería del Banco Central, recorta las perspectivas de crecimiento. Ahora, anuncia para el 2016 una tasa inferior al 1%, pero no la sustenta. Es decir no la acompaña con información que permita apreciar su consistencia.
En ese sentido es muy dificil comentarla. Lo que se puede hacer es contrastarla con hechos que cuestionan su validez o que por lo menos generan un interrogante “académico”. En ese plano, el reconocimiento de la dificultad de llevar adelante el plan de inversión pública, que ya fue recortado el año anterior y ahora tendrá una nueva reducción, sin el acompañamiento de una nueva o revitalizada inversión privada que la compense, ofrece una perspectiva poco alagueña de crecimiento.
Súmese a esto la caída del consumo de hogares e incluso del propio sector público y el cuadro global de la economía lleva de manera ineludible a un panorama de recesión evidente. Por eso muchas instituciones internacionales o nacionales pronostican un resultado de contracción económica que oscila entre el 1.9% y el 2.9%.
La credibilidad de los indicadores económicos es un activo que merece ser tratado con mucha delicadeza. El BCE ha sido por muchos años el responsable de aquello y no debe jugar con su reputación. La verdad por dolorosa que sea no puede ni debe ser alterada. El país merece respeto y el gobierno tiene la obligación de actuar con transparencia.
¿Es posible y viable la flexibilización laboral, se puede precarizar el trabajo, puede atraer capitales e inversión o es solo un paliativo?
El país tiene dos problemas severos: falta de liquidez y pérdida de competitividad. Ambos vitales para el buen funcionamiento del aparato productivo. Sin su solución conjunta no hay un futuro predecible. Esto tiene que quedar bien claro para todos los ecuatorianos. Son, como lo he dicho varias veces, dos nudos gordianos.
Se pueden encontrar recursos, como los que busca con tanto afan el gobierno para cubrir sus necesidades, que permitan estabilizar la situación monetaria, tema de por si ya complejo, pero si no se resuelve también el problema de competitividad, el sostenimiento de las actuales empresas privadas y en definitiva la producción nacional para defender el empleo, resulta muy dificil de conseguirlo.
De esa manera hay que verle a esta propuesta del gobierno. Creo que va en la dirección correcta aunque me parece que no podrá resolver el problema existente, pues la complejidad de la realidad actual lo rebasa. La solidaridad entre empresarios y trabajadores es indispensable, pero debe ser equitativa, previsible y objetiva. Esta relación demanda una conducta consecuente del gobierno, pues no puede seguir con su plan de gasto desproporcionado que trae cargas tributarias excesivas.
El Estado debe acompañar con el ejemplo. Es indispensable introducir incentivos que colaboren en la mitigación de la brecha de competencia, para de esta forma compartir el costo del ajuste. La gran premisa, que algunos la critican pues la consideran injusta por no haberla causado (lo cual es cierto), es que lamentablemente no hay otra forma de actuar que no sea con la participación de todos. No deben hacerlo sólo una parte de la sociedad (trabajadores y empresarios), sino fundamentalmente quien no supo ser previsivo: el Estado. Y esto significa reducir y racionalizar de manera planificada el gasto público.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Marzo 05 de marzo 2016