Inquietudes nacionales
¿Cuáles serán los efectos para el Ecuador del retorno de Irán a los mercados internacionales de petróleo?
De la revisión del tema en términos mundiales se extrae las respuestas para el país. Habrán efectos de variada índole. En el campo político, el objetivo es suspender los programas de enriquecimiento de uranio para la construcción de armas nucleares y rebasar la desconfianza creada a lo largo de muchos años. Si eso se consigue con la cooperación con la Organización Mundial de Energía Atómica, las tensiones en esa región pueden bajar. No creo que desaparezcan, pero esta nueva conducta iraní podrá ayudar al aparecimiento de un ambiente de mayor diálogo y entendimiento con Occidente. Obviamente, las diferencias religiosas entre estados musulmanes y las animadversiones con el estado judío, seguirán siendo parte importante, aunque no exclusiva, de la agenda no resuelta.
Si aquello no ocurre, es decir no se cumple el acuerdo, el problema escalará en su conflictividad, pues la comunidad internacional sentirá haber sido engañada. Con el agravante de tener un país provisto de armas nucleares, poco amigable al consenso y la paz.
En el plano económico, la liberación del control de producción y exportación de crudo, pone en el mercado y dentro de la OPEP, a un jugador que buscará recuperar su participación perdida. Esto, como se lo preveía y se ve en estos días, aún antes de que en realidad se produzca, por simples expectativas, genera presión declinante del precio de los hidrocarburos. Obviamente, sin una reducción de la producción de los demás, la situación mantendrá el mercado deprimido.
En ese sentido, pensar que la OPEP puede encontrar un consenso para bajar su producción para nivelarla con la demanda, parece poco posible. Irán, con razón, no estará dispuesto hacerlo. Arabia Saudita se sabe como piensa y con ella algunos países del golfo.
La inversión mundial en producción de nuevos campos ha declinado. Los precios actuales no ofrecen una rentabilidad razonable. Lo bueno es que la producción mundial se estancó desde hace unos pocos meses y tiende a reducirse. Quienes tienen costos marginales de producción altos- mayores al precio actual- saldrán del mercado. Es cuestión de tiempo. Ahí es posible que el precio se recupere. ¿Hasta cuánto? Parece que no mucho. Hay opiniones de un rango entre 35 y 40. Otros piensan que caerá hasta los 20. ¡Esa es la incertidumbre! En cualquier caso, para el Ecuador, la noticia es mala.
Finalmente, la apertura de Irán a la inversión extranjera ofrece un amplio abanico de oportunidades, empezando por la modernización de la propia industria de hidrocarburos, cuyos requerimientos superan los 200 000 millones de dólares. Para los europeos es un mercado atractivo que ayuda a recuperar su dinamismo reducido.
¿Qué se viene en el país, como consecuencia de la caída de los depósitos en los bancos, los créditos y del circulante? ¿Cuál son las soluciones?
Mayor contracción económica. No hay manera de evitarla mientras no se encuentre, en términos muy simples pero indispensables, la recuperación del financiamiento perdido como consecuencia de la caída de los precios de algunas de nuestras exportaciones. Si el Ecuador no vuelve a tener una balanza de pagos saludable, financiada y con superávit global, no es posible recuperar los depósitos ni peor reabrir las líneas de crédito internas.
El país ahora es una sociedad ilíquida, que bajo el sistema de cambio en funciones, necesita tener un ingreso neto positivo de dólares para poder crecer y mejorar su bienestar. Eso pasa no sólo por recuperar los valores perdidos por exportaciones, sino además por la apertura de la cuenta de capitales a inversionistas que encuentren incentivos para sus proyectos en el Ecuador. Si no hay ese empeño, la ruta trazada es la de un país más pequeño con daños y dolores sociales que le devolverán a tiempos de mayor inequidad.
Seguir confiando en el endeudamiento agresivo y oneroso no nos resuelve el problema. Lo vuelve más complejo. Eso ya lo vivimos y pudimos salir con mucho esfuerzo y sacrificio. No es agradable saber que estamos de vuelta, pero ahora con restricciones que tornan mucho más inflexible la solución.
¿Cómo se deben interpretar las recientes expresiones del presidente Correa acerca de que un desempleado puede usar una tarjeta de crédito? ¿Qué evidencian declaraciones así?
Fue lamentable escucharle esa expresión. Ha sido motivo de mofa y críticas mordaces en las redes sociales, así como en columnas de opinión. Evidencia desconocimiento, además de una terriblemente errónea conceptualización de lo que significa ese instrumento crediticio. Finalmente envía un mensaje de impulsar el endeudamiento irresponsable.
En cualquier caso, para una familia sin ingresos por la pérdida de empleo, con casa de caña o de cemento, lo cierto es que esas personas no tienen con que vivir y eso es lo que se debía evitar.
¿Considera que por ser el 2016 u año electoral, el Gobierno nacional evitará a toda costa las medidas que demanden un alto costo político, para paliar los efectos de la crisis?
A eso se aferra con mucha claridad. Por eso hace lo que conocemos. Acepta deuda cara, entrega campos petroleros, prenda el oro monetario del BCE, pignora producción futura de petróleo, construye edificios con deuda y empresas chinas, no paga a los proveedores, a contratistas, usa los fondos de ahorro, desconoce la deuda al IESS, usa las reservas internacionales del BCE para colocar bonos, paga ciertos atrasos con Títulos del BCE. La lista es interminable. Todo eso habrá que reponer o pagar en algún momento. Nadie va a regalar sus derechos.
Lo que no sabemos es hasta cuando aguanta toda esta tensión creada y, enero del 2017 luce lejano.
Colaboración Editorial
DIARIO EL COMERCIO
Enero 23 del 2016
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