Y vuelve otra vez
Nace el 2016 con una mochila llena de problemas. La mayoría provienen de una política económica que despreció la prudencia, puso en el desván las experiencias aprendidas a lo largo de muchos años, se olvidó de los ciclos económicos, dogmatizó las decisiones para justificar el papel preponderante y casi exclusivo del Estado en la generación de bienestar.
La lista de dificultades y retos es enorme. Empezando por recordar que los países con tipos de cambio fijo-en nuestro caso por la dolarización- necesitan más tiempo y esfuerzo para recuperarse. Por eso nunca debieron romperse las reglas que traía consigo el modelo. Pero ya es tarde. Se contagiaron muchas actividades y ahora el panorama luce sombrío.
Con seguridad será otro año de recesión económica. No hay elementos que permitan mirar el futuro inmediato, e incluso un poco más allá, con algún grado de optimismo. El gobierno no tiene más remedio que achicarse si quiere re enrumbar al país. Su tamaño actual, o mejor el que tuvo hasta el año 2014 (43% del PIB) es insostenible. Algo ya lo hizo el 2015, pero todavía falta mucho. Sufrirá la inversión pública y también deberá adaptarse el gasto corriente.
Lo dije hace algunos meses. Deberá recortarse el gasto público en por lo menos 10.000 millones de dólares (10% del PIB). Y por ahí empieza la medicina. Pero la dosis y los medicamentos son de amplio espectro. Así que hay que estar listos para el mal sabor y los efectos que trae todo el tratamiento. Igual deberá proceder el sector privado. También debe reordenarse. Sin duda habrá muchos desempleados. Empresas en dificultades o cerrando sus operaciones. Mientras le sistema financiero deberá seguir transitando por una etapa de restricción monetaria que le impedirá sostener una política crediticia activa.
Está claro que el problema numero uno ahora es la iliquidez de la economía. Hay déficit fiscal. Igual está el sector externo y todo se refleja en la contracción monetaria. En definitiva, si las cosas no cambian en el mundo actual, lo cual luce improbable y mientras no se reemplacen los recursos perdidos, será difícil retornar al estatus de bienestar y dinamismo anterior. Por eso la nueva frontera de crecimiento, cuando se logre superar la recesión rondará en el 2%. Y ese horizonte nos lleva hasta los inicios de la siguiente década. De ahí que el replanteamiento de toda la política económica es casi un imperativo nacional.
Luego de conseguida o recuperada la estabilidad, incluso trabajando en paralelo, la tarea cae en la competitividad de la economía, tan venida a menos por decisiones internas divorciadas de la productividad, como por la modificación de todo el panorama mundial. Y esta tarea, es tan hercúlea como indispensable si se desea preservar el modelo en vigencia.
No es por lo tanto una circunstancia de coyuntura o del momento. Tampoco es algo sencillo. No es un aspirina lo que se necesita, sino cirugía mayor. El país atraviesa otra vez por un ciclo, que puede ser largo, de escasez que limitará la consecución de sus sueños. Para algunos incluso puede ser una etapa de pesadillas. Esperemos que no sean muchos aunque eso parece sólo una esperanza.
Colaboración
Revista MYPIMES
09 de diciembre del 2015