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Calamitosa

Posiblemente esa es la mejor definición de la situación griega. Su estrucura política continua demostrando enormes debilidades. Poco entendimiento de la realidad. Escasa, si no es ninguna responsabilidad. Y lo más triste, afán de aventura. Con esos elementos, encontrar un liderazgo que repare los daños de la crisis y enmiende el derrotero que la llevó, casi no existe.


Los errores y falsificaciones de la política económica les puso en una esquina de la cual es muy difícil visualizar su salida. Si la hay, será con dolores y daños mayores a los asumidos, pues el camino que quiere imponer Tsipras con su ministro de economía Varoufakis, parte de bases falsas e hipótesis insostenibles.


Declaran la guerra a la austeridad, pero el gasto público del año anterior fue el 59% del PIB frente al 54% del 2009. ¿A dónde quieren llegar? Se dirá que no refleja los verdaderos resultados de la política económica de las últimos seis años, pues se lo compara con un PIB que es 25% más chico. Es cierto, pero no deja de ser intolerable para cualquier país que quiera tener futuro.


Y no sólo que aumentan salarios, re ingresan a empleados públicos que fueron separados, aumentan las pensiones, sino que lo quieren hacer con dinero de otros. La declaración de Varoufakis sobre la negativa de Merkel a conceder cualquier reducción unilateral de deuda o nuevos aportes, descubre la intencionalidad de estos populistas de izquierda, al decir: “Cualquier cosa pueden decir los alemanes. Al final siempre pagan.”


La reducción de la deuda (enorme: 170% del PIB), aunque parezca contradictorio no resuelve el problema. Razones: el servicio anual es apenas el 2.3% del PIB. La tasa de interés de la gran mayoría es 0.56% y el plazo llega a 30 años. De los 320 000 millones de euros que deben, 240 000 millones corresponden a operaciones concedidas por la troika y sus gobiernos con tasas y plazo concesionales. Además, está fresco el descuento voluntario de los acreedores privados del 47%.


Bajar la deuda en el 50% apenas reduce su servicio en el 1% del PIB. Sin embargo, las espectativas y temores creados por este ambiente salida del euro, han llevado a los bancos griegos ha perder 88 000 millones de depósitos (46% del PIB) en seis años y, sólo en enero, 11 000 millones. El saldo de depósitos todavía es respetable ( 160 000 millones de euros. 80% del PIB). Aquí está el Talon de Aquiles. Si se quiebra el sistema financiero con todas sus secuelas, la crisis multiplica sus campos de acción y los daños serán calamitosos.


Grecia necesita recuperar la confianza para generar inversión productiva que traiga capitales, demande empleo. Para ello debe cortar su vieja tradición de país incumplido. Desde inicios del siglo XIX se acostumbró a no pagar sus deudas. Ahora repite, pero no quiere salir del euro.


Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

13 de febrero del 2015

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