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Ajuste de cuentas

Las cifras del presupuesto a septiembre anuncian dificultades de caja para poder ejecutar la programación fiscal ofrecida mediante ese instrumento desequilibrado, que sin mayor discusión o poca reflexión, aprobó la Asamblea.


Se ve, con baja posibilidad a equivocarse, una restricción global de los ingresos fiscales. Aquello ocurre a pesar del enorme crecimiento de los ingresos tributarios y no tributarios en los nueve meses transcurridos de este período. Las contribuciones privadas han aumentado el 13.5% y 28% para cada categoría mencionada en líneas anteriores. Se puede decir que para fin de año se cumplirá la meta comprometida para estos dos grandes rubros presupuestarios. Pero la cosa es distinta al mirar los ingresos petroleros, pues se derrumban en el 30% (!), por subsidios e importaciones de combustibles, frente a igual período del 2012, lo cual produce un efecto caída del 3% neto de los ingresos presupuestarios en estos tres trimestres del 2013.


Ahora, al echar una visita a los gastos para ver qué ocurre por esos lares, se encuentra un disparo del 16.4%. ¡No paran! Los corrientes, es decir, salarios, intereses y transferencias llevan un ritmo de expansión del 14.7%. Y si se detiene un momento sólo en los intereses de la deuda pública, se encuentra la respuesta a su extraordinario impulso (34.7% de expansión), por lo cual el monto pagado a septiembre ya rebasa lo programado para todo el año.


El efecto se recoge en una simple ecuación aritmética contable -para eso servimos los contadores-: menos ingresos, más gastos, déficit mayor. ¡A buscar más deuda o subir impuestos! Pero, a estas alturas, las opciones de valor lucen limitadas.


Con estos elementos, si el gobierno quisiera completar la programación, el déficit original de 4.300 millones de dólares, pasaría a 6.300 millones (7% del PIB). Como eso no es posible, pues no hay forma de encontrar financiamiento, la solución -vieja historia fiscal- no será otra que la de recortar partidas de inversión pública. ¿Por cuánto? Hasta llegar a un nivel de déficit de 2.300 millones que luce posible.


Son 4.000 millones de dólares de recorte. Cifra respetable, que lleva a disponer de apenas 1.000 millones, en lo que resta del año para atender los proyectos de inversión pública. Sin duda alguna eso resentirá al crecimiento de la economía, traerá problemas en muchos proveedores del Estado, afectará la calidad de esos deudores que posiblemente deban aceptar bonos por los servicios prestados.


Todo lo anterior se refleja en el endeudamiento público que sigue su trayectoria vigorosa. Ya sobrepasa los 22.000 millones de dólares (23% del PIB). La cifra, absoluta aunque no relativa más alta de la historia.


DESTACADO


Para cerrar el ejercicio deberá recortarse 4.000 millones en gastos presupuestados.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

23 de Octubre del 2013

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