Evitemos el hechizo maligno
El debate legítimo que el país pide a consecuencia de la decisión gubernamental de explotar los campos petroleros ubicados dentro del parque Yasuní, involucra una suerte de diáspora temática que parte de la conservación ambiental y pasa por casi todas las ramas de saber. No excluye la economía, más bien busca explicar la decisión partiendo del re aparecimiento del concepto “escasez” en la vida pública. El cambio de matriz productiva sufrió un fuerte remezón y en su lugar se avecina una etapa que demandará la re introducción de las prioridades sociales y económicas dentro de la programación fiscal.
El presupuesto jadea por más recursos. Ya no le alcanza los enormes sacrificios contributivos de los ciudadanos y empresas, las ingentes aportaciones petroleras y los voluminosos créditos internacionales. Falta plata. Y por ello el ITT suena a bote salvavidas.
Lo cierto es que, dentro de la danza de cifras petroleras que publica la prensa con fuente pública, el posible aporte del ITT no luce tan prometedor. Disponer del 5% del actual presupuesto no revela una decisión que resuelva la posible angustia fiscal, que ya acarrea varios parches presupuestarios como la eliminación de los servicios alimenticios diarios a los empleados públicos, diferimiento de la entrega de uniformes a períodos bianuales, restricción de fiestas, ventas de activos improductivos, así como medidas más estructurales vinculadas al anuncio de la posible revisión del sistema de subsidios públicos mediante asignación de cupos de consumo de combustible o la transformación de la cocina a gas por la eléctrica.
Si no hay conciencia del daño que acarrea la política fiscal con su gasto agresivo, dentro del cual el derroche de combustibles es un ejemplo del mal uso de los recursos naturales y la defensa del ambiente, no se puede esperar solidaridad internacional con un plan que busca precisamente sacrificar consumo futuro a cambio de preservación.
No sigamos el camino de Venezuela que ha hecho méritos para ganarse la adjetivación del “hechizo maligno de la explotación de los recursos naturales” y en 14 años, muchos de gran abundancia, transcurridos de 1999 al 2012, sólo le quedó el 2% de la exportación petrolera, pues el 65% se fue en importaciones, el 22% en fuga de capitales y tiene el deshonroso tercer lugar de los que menos crecieron en la región, con una inflación desbordada, desabastecimiento de mercados y una deuda pública multiplicada siete veces.
Si se quiere cambiar la matriz productiva, el Estado debe dar ejemplo de manejo escrupuloso del presupuesto, retomando la bandera de las prioridades sociales y ofreciendo a las actividades privadas un espacio claro y definido para su crecimiento.
DESTACADO
Presupuesto jadea por recursos. El ITT suena a bote salvavidas. El problema es gasto público.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Agosto 29 del 2013