Atreverse a ser diferente
Tomo prestado el nombre de esta columna de la escrita por Christine Lagarde, publicada en Finanzas & Desarrollo de junio de este año y, lo hago por cuanto contiene nuevos elementos de reflexión para un mundo vertiginoso que cambia cada día pero no se lo siente sino sólo cuando se reflexiona y rememora los tiempos pasados.
El mundo actual en poco se parece a aquel de mediados del siglo pasado. Incluso, si se detiene la mirada en las últimas décadas los cambios tecnológicos han marcado un ritmo frenético de novedades en instrumentos de uso diario.
La incorporación de la mujer a las actividades políticas, profesionales en condiciones de equidad ha sido otro cambio cuyos avances son notables pero insuficientes. Son la mitad de los habitantes pero sólo un tercio de la fuerza de trabajo.
Lagarde señala: “A pesar de la evidencia abrumadora de que la inclusión de género tiene sentido desde una perspectiva económica, empresarial y social, no estamos cerrando las brechas de género con suficiente rapidez. La mujer aún enfrenta a techos invisibles, paredes invisibles e incluso precipicios invisibles.”
Pues bien, si se avanza en este proceso es posible no sólo cumplir con la obligación de trato igualitario sino conseguir mejores resultados en la lucha contra la crisis. ¿Por qué? Lagarde indica cinco efectos derivados de estudios de productividad y eficiencia:
1. La productividad de la mano de obra femenina es superior. Más mujeres incorporadas al trabajo potencializan el crecimiento. En Europa, llegar a los parámetros escandinavos de participación femenina en la economía, aumentaría el PIB en 8% de forma permanente. Y eso significa mucho bienestar colectivo.
2. Las mujeres manejan de forma más prudente el riesgo y con ello obtienen mayores ventas, mayores beneficios y mayor rentabilidad. En resumen mitigan las probabilidades de nuevas crisis.
3. Controlan las dos terceras partes del gasto mundial. En EEUU llegan al 80%. Entienden mejor el mercado. ¡Esta si es una conclusión requete conocida!, pero la cito por su relevancia.
4. Tienen mejor disposición a invertir para la formación de sus hijos con su efecto cadena en el desarrollo.
5. Son más abiertas al cambio. Buscan nuevas opciones, diversifican y promueven nuevos talentos. Buscan un enfoque diferente.
He aquí otro camino hacia la búsqueda de un mundo mejor, que ofrece nuevos espacios, reta a quienes lo han manejado de manera sostenida, los obliga a ser competitivos. En otras palabras fuerza a ser diferentes sin caer en el maniqueísmo de la defensa del feminismo a ultranza que algunos lo promueven, sino de un mundo en donde la participación meritoria no debe tener exclusiones.
DESTACADO
Un mundo donde la participación meritoria no tenga exclusiones será más dinámico.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Agosto 9 del 2013