Oportunidades
Siempre existen y los buenos consejos dicen que en las crisis es donde ellas proliferan pero son difíciles de encontrar pues los estados de ánimos están alterados y las decisiones se basan en los temores antes que en las oportunidades.
Así es. La historia está llena de ejemplos de grandes fortunas construidas precisamente en estas épocas. Recuerdo una anécdota de mi infancia o mejor de los primeros años de mi juventud cuando mi padre me contó como el error de una transacción originó una bonanza de uno de los más representativos empresarios quiteños de los años cuarenta y cincuenta. El caso es que al realizar un pedido de importación de ciertos productos químicos se equivocó al poner un cero adicional en la cantidad.
Cuando se dio cuenta de su error y el daño que aquello le producía ya era tarde. El pedido había sido tramitado, la mercadería estaba embarcada y no había nada que hacer. Debía prepararse para enfrentar el problema. En esa angustia se produjo la declaración de la segunda guerra mundial y todo el dolor de cabeza desapareció. ¡Bingo!, el mundo se dio la vuelta y de pronto se convirtió en el único proveedor de estos productos, pues no había forma de conseguirlos en el mundo, por lo cual obviamente obtuvo unas utilidades sustanciales. No pensó en especular pero la vida le puso en esa condición particular.
En estos días a propósito de la crisis mundial que ya dura seis años algunos han podido usufructuar de ella y lo que han obtenido es un rédito realmente considerable. Miremos un caso admirable:
Quienes invierten cotidianamente en las bolsas mundiales se vieron de pronto frente a un dilema complejo: era el 10 de marzo del 2009 y la bolsa de Nueva York se desplomaba. Su indicador estrella Dow Jones señalaba un valor tan bajo que todo el mundo pensaba que el sistema financiero colapsaba. Rotulaba 6.547 y era el índice más bajo en muchas décadas. La gran mayoría de los inversionistas pensando en el fin del mundo habían vendido sus participaciones, mientras otros más aviesos decidían emprender la búsqueda de unas utilidades extraordinarias. Hoy, al mirar los datos encontramos que el Dow está en 15.354 puntos, es decir llegó a un valor que al contrastarlo con el de hace cinco años más que duplicó el valor de la inversión (134%) de aquellos “intrépidos” que decidieron arriesgarlo todo. Por ello obtuvieron una rentabilidad anual del 32%!!! ¡Espectacular!
Claro, esto la sabemos hoy, pero lo difícil al tomar la decisión era predecir el futuro. El riesgo fue tan alto que la rentabilidad lo justifica. Igual podían ser las pérdidas, pero a la final quienes se jugaron a fondo tuvieron un final extraordinario.
Así son las oportunidades. En la economía siempre hay riesgos, pero hay que saberlos jugar.
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En la economía siempre hay riesgos. Hay que saberlos jugar y además tener suerte.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Mayo 23 del 2013