Para pensar un poco
- Abelardo Pachano
- 28 feb 2013
- 2 Min. de lectura
Demasiadas cosas ocurren en el mundo de hoy. Todas de manera simultánea y a una velocidad increíble. Casi no hay tiempo para reflexionar en todos estos hechos que sin duda marcaran la historia del siglo XXI. No hay duda sobre la presencia de nuevos centros de poder mundial cuyas acciones han cambiado las reglas tradicionales de hegemonías conocidas y construidas a lo largo del siglo XX. Por eso el análisis no es simple. Ha subido en grado de complejidad.
Ahora el G-7 o el G-8 ya no tienen el peso y la representación de antaño. Lo reemplaza, con limitaciones políticas propias de la transición que serán superadas el G-20. Ahí están tres países de la región Brasil, Méjico y Argentina a los cuales les acompañan los llamados emergentes. Argentina corre el riesgo de perder su espacio pues Colombia ya la superó en tamaño y demandará su presencia en este vital centro de poder mundial. Aquí se ve los resultados de políticas diversas: la primera que derrocha recursos, no cuida sus equilibrios, desafía los convenios y contratos y, la otra que insurge bajo el respeto de la ley, los contratos y los principios de una economía sana.
Pues bien, en la última reunión en Moscú este Foro se preocupó de dos temas: tipos de cambio y tasas de interés o mejor política monetaria laxa. Sobre el primero acordó mantener políticas que eviten su utilización como instrumento de salida de la crisis-como ocurrió en los años 30 del siglo pasado-para favorecer los resultados de comercio exterior y propiciar empleo a cambio de una aparente ventaja competitiva que se diluye con la inflación y la retaliación de los demás, pero es atractiva usarla. La razón de esta preocupación es la devaluación del yen a la cual podía seguirla acciones de países con presencia en los mercados mundiales. Inglaterra lo hizo.
Sobre el segundo tema el impacto en el crecimiento y la lucha contra la inflación la ponen en un incómodo lugar. Por ello, con tanto dinero en el mundo los anuncios de una posible revisión pone en alerta a los mercados financieros que podrían actuar de una forma poco conveniente con el mantenimiento de flujos de capital dentro de parámetros que no ocasionen nuevos centros de crisis y de desestabilización.
Carstens, el representante de Méjico advirtió sobre lo que llama “la tormenta perfecta” que podría ocurrir si esos flujos cambian de dirección -hoy a favor de los mercados emergentes- y buscan -con tasas más altas- oportunidades en las economías maduras. ¿Estarán listos los emergentes a enfrentar esta amenaza? Algunos ya han puesto en vigencia medidas que previenen su ocurrencia.
Qué pasará con los precios de las materias primas y de la energía si la contaminación del daño realmente se produce. Es bueno pensar un poco y prepararse para minimizar los efectos.
DESTACADO
Ahora el G-7 o el G-8 ya no tienen el peso y la representación de antaño. Lo reemplaza el G-20.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Febrero 28 del 2013