Se mueve y cambia
Lo cierto es que nunca estuvo estático. Cambia a cada momento. Busca opciones y enfrenta retos. El mundo es así. Dinámico. Comete errores y los enmienda. Tiene tiempos de cosecha pero también padece restricciones. Responde al afán del ser humano de explorar nuevas fronteras, de resolver dilemas, de enfrentar desafíos.
No se doblega frente a las amenazas por duras que sean. Reacciona, aprende, cae y vuelve a levantarse. No hay exclusiones. Todos enfrentan los mismos retos y pagan por sus excesos.
Eso se ve en estos tiempos, pero con otros actores. Hace dos décadas eran los países pobres o no desarrollados. Ahora el turno de es de ellos y les cuesta entender por qué ocurre aquello. Igual ocurrió en los países antes llamados de la periferia, muchos de los cuales con las lecciones aprendidas ahora retan a los maduros y comparten el poder mundial. Así nacieron los emergentes entendiendo por donde le entra el agua al coco, es decir cómo se maneja bien la economía. Ahora lo saben y no quieren volver a vivir etapas de angustia.
Los maduros creyeron que eran inmortales y desafiaron las leyes de la prudencia y el equilibrio, perdieron la estabilidad y pagan por eso. Les duele y saben que la salida todavía no está al alcance, mientras los emergentes siguen captando más espacio del mundo actual.
Como se parecen las sociedades cuando tienen problemas. Rechazan sus responsabilidades y buscan culpables, pero no quieren reconocer que perderán bienestar. Exploran salidas que no tengan costo pero no las encuentran, pues no las hay. Toma tiempo reconocer que los excesos ocasionan sufrimiento posterior.
A nadie le gusta vivir bajo dieta económica, con sobriedad y aceptando que los dolores sociales son inevitables. Tal vez con algún margen de manejo, pero escaso. Pero así es la vida. No se puede pretender que otros paguen las obligaciones pues la época del mecenazgo terminó hace muchísimos años.
Mientras más rápido se reconozcan los problemas y se los enfrente, más corto el dolor de su ajuste. Las dilaciones son más dolorosas y la búsqueda de soluciones mágicas sólo lleva a mayores decepciones. América Latina lo aprendió en la segunda mitad del siglo pasado. Jugó con la inflación y el déficit fiscal, y dañó todos sus indicadores de equidad. Se endeudó y perdió hasta la camisa. Comprendió que la economía como la salud no son materia de juego político pues la vida corre de por medio y además de efímera merece ofrecerle todas las oportunidades posibles.
Y como el mundo sigue, la historia no concluye ni se para. Este siglo llamado del conocimiento obliga a incorporar nuevos dilemas. Así es el mundo con retos permanentes.
DESTACADO
Este siglo del conocimiento incorporara nuevos dilemas. Así es el mundo con retos permanentes.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Febrero 14 del 2013