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Quito con dos aeropuertos

Hasta hace pocos años, los valles circundantes de Quito eran muy atractivos. Su clima, el verdor de sus campos, el acceso, su carácter campestre, la seguridad. Hoy, han perdido algunos encantos, en especial la seguridad y el agradable acceso cuando la movilidad era confortable y predecible.


Para nadie es desconocida la enorme confluencia de vehículos y la falta de nuevas vías que hacen tortuosa la vida de quienes deben movilizarse diaria u ocasionalmente por las viejas carreteras que les comunica con la capital. Alguien decía hace poco que cada día circulan más de 60.000 vehículos sólo entre el valle de Tumbaco y Quito. No sé si la cifra es correcta, pero lo que se siente cuando uno transita por ahí es desesperación, por decir lo menos, ya que falta poco para echar chispas al aire por las interminables colas que se producen en incontables puntos.


Lo que antes tomaba 15 minutos hoy se lo hace entre 30 y 45 minutos, dependiendo de la suerte y algo de la hora. Llegar a Puembo ocupa entre 45 y 60 minutos y de ahí hasta la entrada al nuevo aeropuerto 30 minutos más. Es decir, si calculamos razonablemente el tiempo “normal” para llegar a ese sitio, no estaríamos descaminados al decir que será entre un poco más de una hora y 90 minutos.


Pues bien, he tratado de pensar en algún aeropuerto internacional tan distante, en tiempo, y la verdad es que me cuesta encontrarlo. En Buenos Aires, Ezeiza está a 30-40 minutos y sirve sólo para vuelos internacionales o de larga duración. En Londres, cualquiera de los dos con tiempos parecidos. En Nueva York, el más lejano Kennedy también demanda un tiempo similar y ahí igualmente llegan sólo los internacionales. Bogotá mucho más cerca. Lima igual. Santiago en el mismo orden de cercanía.


Ahora pensemos en lo que significa como costo económico la pérdida de tiempo de los pasajeros que se movilizan dentro del país el tener una movilización tan larga, que puede ser incluso mayor dependiendo de dónde viva en Quito o a donde llegue, para volar 30 o 40 minutos.


La solución es mantener el aeropuerto Mariscal Sucre operativo para cabotaje interno mientras se concluye la construcción de las vías, sin tomar en cuenta la de Las Collas que no resuelve el problema de acceso directo al nuevo aeropuerto. De otra manera la traba de los valles se va a agravar con el transito añadido y, el malestar puede estallar de alguna forma complicando la vida de la administración municipal.


Esa es la fórmula de zanjar el problema de inaccesibilidad del nuevo aeropuerto. Tal como están las cosas no se ve otro remedio. Son once años desde el inicio de este proyecto y es increíble el daño creado por la falta de decisiones oportunas de parte de las autoridades locales.


DESTACADO

Mientras se construyen las vías de acceso al nuevo aeropuerto, el Mariscal Sucre debe operar para cabotaje interno.


Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Abril 26 del 2012

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