Los tributos verdes
El día en que aparezca esta columna y usted pueda leerla, es posible que la amenaza hecha por el gobierno de publicar en el Registro Oficial la reforma tributaria, conocida también como verde pálida ambiental, se haya cumplido. A la final se impone una vez más la fuerza. La esquilmada democracia recibe otro garrotazo. Se consolida esa deformación propia de la idiosincrasia infantil que tanto adorna al sistema político nacional de utilizar los defectos de forma para imponer cambios de fondo.
Pero como el tema de la reforma, según el gobierno, tiene que ver con la defensa de la naturaleza, quiero compartir con los lectores esta historia que me llegó por internet:
El cajero de un supermercado le dice a una señora adulta mayor -calificativo moderno de la tercera edad o de los viejitos como se decía antaño- que debería traer sus propias bolsas por cuanto las de plástico no son buenas para el medio ambiente. La señora pide disculpas y explica: “es que en mi tiempo no había esta moda verde”, a lo cual el empleado le contestó: “¡Ahora ese es nuestro problema. Su generación no tuvo cuidado en conservar el ambiente!”
“Tiene razón”, le dijo en voz baja y algo de temor. “Nuestra generación no tenía esta moda verde. En aquel entonces, las botellas de leche, las de colas, las de cerveza eran de vidrio y se devolvían a la tienda. Ésta a su vez mandaba a la fábrica para que las laven, esterilicen y vuelvan a usarlas tantas veces como era posible.
Subíamos las escaleras porque no había mecánicas. Caminábamos a las tiendas en lugar de ir en coche. Lavábamos los pañales porque no había desechables. Jabonábamos la ropa a mano y no en máquinas. La energía solar y la eólica secaban nuestra ropa en los tendederos. Tiene razón, no había una moda verde en nuestros días.
Los chicos heredaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Los papás viraban los ternos. La TV era una maquinita con pantalla del tamaño de un pañuelo, no una pantallota del tamaño de un estadio. Además en la casa había un radio o una TV y no uno en cada cuarto. Tiene razón, no había moda verde en nuestros días.
En la cocina molíamos los granos y batíamos los jugos a mano. Cuando enviábamos un paquete por correo lo cubríamos de papel periódico para que no se rompa. Si teníamos jardín, el césped cortábamos con la podadora o la guadaña y no con esas máquinas que botan tanto humo. Cuando teníamos sed tomábamos agua del tubo y no en vasos plásticos. Tiene razón, no había moda verde en nuestros días.
Las estilográficas las recargábamos con tinta en lugar de comprar una nueva. En fin, vivíamos con recursos muy limitados pero éramos felices. El gobierno no nos molestaba con más impuestos acusándonos de no tener una moda verde”
DESTACADO
Hace años vivíamos con pocos recursos pero éramos felices. El gobierno no molestaba con impuestos para tener una moda verde
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Noviembre 23 del 2011