Las cosas claras y ...
Todo país que se precie de ser responsable empieza por ser transparente. Las decisiones no tienen dobleces. Son sustentadas. No hay lugar a la duda o a pensar mal. Caen por su propio peso. Las instituciones funcionan con responsabilidad y respeto a los principios que gobiernan una sociedad democrática organizada y seria.
Dicho esto. Miren lo que ocurre en la función judicial. Produce vergüenza y confirma el deplorable estado institucional al que llegó. El peligro a la convivencia pacífica es evidente. Tanto se la manipuló que hoy la audacia revestida de justicia permitió que un juez amenace hasta con la destitución del Presidente. ¡Inaudito, pero de la vida real! Y el cuento no acaba todavía. Hay capítulos pendientes cuyo desenlace seguirá la marcada ruta de la destrucción a la que con tanto empeño se dedican muchos que dicen defender la democracia. Recordemos el adagio popular: cuando crías cuervos….
Ahora veamos un poco de las informaciones públicas. O son seguras y responden a hechos incontrovertibles, demostrables, en las cuales sus emisores saben que la alteración acarrea obligaciones frente a la ley y la sociedad. O simplemente se aprovechan de la calamidad institucional del momento, para ofrecer datos inconsistentes.
El gobierno promovió el Código de Finanzas Públicas y la Asamblea lo aprobó. Ahí cambiaron el registro de la deuda pública. Ahora, aquella de plazo menor a un año no se la registra. Tampoco las obligaciones y contingentes pendientes con otros organismos nacionales. Así, la cifra pierde sustento y credibilidad. Rebuscando un poco hallamos más de 5.800 millones de deuda excluida de los cálculos oficiales. Creo que hay más. Pero con esto, lo que debe el sector público podría llegar a 22.300 millones de dólares y significa al 36% del PIB. Es la cifra absoluta más alta de toda la historia nacional. Por hacer estos trucos y esconder datos Grecia llegó a donde ahora está.
El BIESS nació como el banco de los asociados, pero su balance no dice eso. A febrero tenía un Patrimonio de 18 millones de dólares y Activos por 18.5 millones. ¿Entonces, en dónde están los fondos de los afiliados con los cuales hace préstamos todos los días? En unas cuentas llamadas de Orden, sobre las cuales no tiene responsabilidad y que suman 3.261 millones de dólares. Obviamente con ese Patrimonio ningún banco puede manejar ese monto de dinero. Por eso le ponen en una cuentita fuera de balance y así no se sabe lo que contiene.
Si la sociedad fuera madura, los ciudadanos actuarían con energía. Las instituciones no podrían ser manipuladas. Quienes actúan de forma contraria a la ética estarían aislados. El castigo público sería temido, pues constituiría el arma poderosa de una nación con principios. Nos falta… el chocolate espeso.
DESTACADO
Lo que ocurre en la función judicial produce vergüenza. Confirma el deplorable estado institucional del país.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Julio 7 del 2011