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Mercados exuberantes

Otra vez los mercados de las materias primas, los minerales, la energía, los alimentos están con una demanda que impulsa los precios a niveles cercanos a los de la explosión del 2008. No son todos, pero algunos que son vitales para el consumo humano ya ocasionan problemas en varias economías del mundo.


Precisamente, los inicios del descontento en Túnez que luego se transformó en una revuelta; el contagio en Egipto, cuyo final todavía es incierto; las protestas en Yemen e Irán, tienen que ver con el aumento de precios de los alimentos importados. Obviamente, existía un ambiente político propicio, derivado de las limitaciones a los derechos y libertades, que impulsó las acciones de protesta colectiva.


Son siete meses seguidos de incremento en el valor internacional de los productos no energéticos. Y sólo en enero, los productos agrícolas vieron mejorar su remuneración en casi el 6%, con lo cual en este caso específico son ocho los meses consecutivos de una demanda mundial sostenida cuyos actores están ubicados en continentes y regiones distintas de las reconocidas como desarrolladas o maduras.


Los países emergentes están marcando el paso de estos mercados. Compran en cantidades compatibles con el crecimiento robusto alcanzado por sus políticas de incentivos a la inversión y la generación de empleo que han permitido reducir de forma notoria sus índices de pobreza e inequidad. Obviamente, los impactos en sus índices de inflación les ocasionan problemas cuya solución se la ve en la imposición de regulaciones que encarecen el crédito, reducen la liquidez para de esta forma amortiguar el crecimiento de la demanda interna y evitar la existencia de burbujas económicas que desarticulen la estrategia de crecimiento escogida.


El trigo, cuyas importaciones representan más del 90% de la demanda nacional, aumentó su precio promedio en el 62% durante el último año. La soya lo hizo en el 30%, mientras el maíz se demanda de forma sostenida y su precio se incrementó en el 60%. Igual tasa se ve en el aceite de palma, mientras el café arábigo tiene un mercado que le lleva a precios 66% superiores a los de hace un año. El azúcar mejoró pero su tasa se ubica alrededor del 10%, mientras el arroz es el único alimento con una caída de precio del 10% anual.


Ahí están las oportunidades inmediatas de expansión productiva en nuestro país. No hay que hacer mucho. Se debe asegurar la propiedad de la tierra, ofrecer incentivos a quienes estén dispuestos a aumentar la frontera agrícola con sembríos dedicados a la exportación, generar empleo, pero para ello hay necesidad de establecer lazos comerciales con los países claves que demandan estos productos mediante acuerdos de libre comercio. Y por ahí caminamos solitarios.


DESTACADO


Son siete meses de incremento en el precio internacional de los productos no energéticos y ocho en los agrícolas.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Febrero 16 del 2011

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