Se necesita certeza
Por lo general las advertencias se las lleva el viento. Lo cierto es que al momento en que estalla una crisis nadie asume la responsabilidad. La mayoría de gobiernos no tienen las agallas y honestidad para hacerlo y, es tiempo de encontrar un culpable. De ser posible que mejor despersonalizarlo: ahí está el mercado transformado en el ogro que engulle todo. La solución parecería simple: eliminarlo. Lo difícil es encontrar el sustituto en un sistema respetuoso de la libertad.
Aparecen los villanos y el FMI va a la cabeza, le acompañan el Banco Mundial, el BID y ahora se les ha unido la Comisión Europea. Antes, eran los gobiernos débiles y entregados de los países pobres, africanos unos, latinos otros y no faltaban los asiáticos los que soportaban sus embates. Ahora, los villanos atacan a los gobiernos de economías maduras. ¡Tienen agallas! dirían algunos que siempre ven la paja en ojo ajeno. Lo cierto es que con estas acciones parece ser que nos encontramos final de las dedicatorias y asimetrías tan cuestionadas en los 80 y 90. Ahora las recetas avaladas por el G-20 buscan mundializarse, aunque todavía son perceptibles ciertos casos de exclusiones incluso a favor de algunos emergentes.
Pero ésta es la línea correcta de asegurar un mundo con reglas económicas claras, que sirvan y se apliquen en todas partes. Donde nadie pretenda imponer su criterio o basarse en la fuerza o el peso de su producción o riqueza para hacer lo que quiera. Las decisiones tomadas por la Comisión Europea tienen su lógica. Son evidentes y elementales las razones de sus condicionamientos a los países miembros de la UE para que rectifiquen, ofrezcan certeza a sus sociedades y a la comunidad que les alberga. EEUU está haciendo algo igual.
Nada hay más delicado que la confianza. Es fácil perderla, pero muy duro recuperarla. Por eso, las políticas económicas no pueden jugar con el riesgo ni abusar de los recursos públicos. El bienestar se consigue con aliento, esfuerzo y responsabilidad. Alemania con su oportuno y valiente plan de recuperación de los equilibrios e Inglaterra con su afán de corregir sus desbalances vuelven a marcar la cancha y dar ejemplo en los correctivos. Los otros deberán seguirlos.
La UE tendrá que ajustar sus políticas, dotar de recursos permanentes a sus organismos supranacionales y transferir más soberanía económica a los gobiernos comunitarios. No se ve solución en la vía opuesta. El euro para salir fortalecido de la transición requiere de un fuerte apretón de tuercas en la definición de las políticas económicas comunes. El gasto fiscal, el mercado del trabajo y las pensiones deben adecuarse a los tiempos para preservar el bienestar futuro. Se busca certeza.
DESTACADO
Hay que asegurar un mundo con reglas económicas claras que se aplique en todas partes. El G-20 busca certeza.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Junio 9 del 2010