Inquietudes nacionales
¿Qué evaluación hace usted sobre los efectos de los apagones en la industria, la banca y la vida cotidiana de los ecuatorianos?
Es un factor perturbador y en algunos casos desestabilizante de las actividades productivas, en especial de aquellas que no tienen recursos para adquirir un generador. Para el comercio de víveres el daño es mayor por el efecto en la calidad de los productos que se descomponen rápidamente. Es peor el efecto en las zonas de clima cálido en las cuales se requiere de refrigeración para mantener estos perecibles en condiciones óptimas para su venta.
En los hogares, las pérdidas van por la misma senda. A lo que se suma las ocasionadas en los aparatos eléctricos. Además hay un efecto psicológico deprimente propio de la interrupción.
Todas estas alteraciones producen caídas en la producción, en el consumo y en los inventarios empresariales, con secuelas en los costos de producción de empresas o en el patrimonio personal. Además son efectos que sólo se recuperan con aumentos de precios por parte de los oferentes de los productos y con una caída del ingreso real en los demandantes. Eso se ve claramente en la inflación de diciembre que superó el 0.5% y que se explica en gran medida por el aumento de los precios de los alimentos de primera necesidad. Los mercados se desabastecieron y con ello los precios tuvieron una reacción lógica y esperada.
A la final la inflación estimada del 2009 fue superada por este factor y en este mes el aumento de salarios y la persistencia de la restricción energética van a traer malas noticias en los precios.
¿A qué factores se atribuye que China se haya convertido en el país con mayores ventas de autos en el mundo?
Se podrían señalar varias razones, pero la fundamental es el sostenimiento de una política económica predecible, estable, con reglas que se cumplen y no tienen cambios dramáticos en el tiempo. Que es amigable con la inversión, que promueve la competencia, que reduce sistemáticamente la pobreza y que viene acompañada por una decisión de urbanizar rápidamente al país buscando un cambio en la distribución geográfica de la población.
Cuando se estudia el problema del mercado energético se encuentra que el problema central de la demanda de hidrocarburos es el derivado de la necesidad de movilización de la población mundial. Cerca del 80% del consumo está vinculado al uso de los vehículos y los cuatro países emergentes que conforman el BRIC representan una demanda potencial de 3.000 millones de personas (casi el 50% de la población mundial), de las cuales 500 millones ya se han incorporado a la economía formal y han salido de la pobreza.
De ahí que se estime que China va a tener 250 millones de vehículos en el año 2030 pasando de 20 vehículos por cada mil habitantes que tiene ahora a 140 vehículos en ese año. Este hecho explica en gran medida porque el aumento del 95% de la demanda de energía proviene de los países emergentes y se cree que en los próximos 25 años este porcentaje se mantendrá en un rango cercano al 75%.
El mundo está cambiando su estructura económica y por supuesto el equilibrio de los poderes mundiales.
A propósito de este tema, ¿cómo entiende usted el sistema chino, políticamente cerrado pero económicamente abierto? ¿Se trata de una “tercera vía” entre el neoliberalismo y el socialismo populista?
Lo que el gobierno chino ha conseguido compatibilizar ha sido un sistema político con fuerte control central en el cual el partido comunista tiene un rol exclusivo de dirección política que no admite la presencia de otros actores ni permite la vigencia del sistema de libertades políticas que existe en un régimen democrático del tipo occidental, con una organización económica en la cual las normas de mercado, competencia, eficiencia se han incorporado de forma gradual y persistente.
Es conocida la frase de Deng Xiaoping que “no le interesa si el gato es negro o blanco, sino si caza ratones”. Y con esta metáfora estableció las bases del sistema económico actual que tiene el objetivo de poner a China en el primer plano mundial convirtiéndola en una economía competitiva, eficiente y lista para colocar sus productos en todos los mercados. ¿Es eso neoliberalismo? No lo creo. ¿Es socialismo populista? Tampoco. Es economía pragmática, real, asentada en los principios que gobiernan a las sociedades exitosas que promueven la inversión, generan empleo todos los días, producen intensamente, investigan nuevos productos y todo el tiempo tienen un reto superior. Con principios y compromisos que se respetan. Creen en el largo plazo y no especulan con las circunstancias. Una vez que adoptan una línea, la cumplen.
En este campo, el Estado contribuye con su regulación, pero no impone condiciones. Busca crear y sostener un ambiente atractivo para que los chinos y extranjeros produzcan más y contraten mas trabajadores. Son prácticos y han visto que el control de la economía no lleva a un puerto seguro.
¿Por qué el Gobierno no ha podido cumplir su promesa de concluir este 31 de diciembre el proceso de liquidación de los bancos cerrados?
Primero porque el sistema legal de resolución de una sociedad financiera en liquidación es enredado. No están definidos con claridad los procedimientos y los liquidadores no disponen de una normativa segura que les permita recuperar de forma acelerada los activos para poder entregar los valores a los acreedores-depositantes- de las entidades.
En ese sentido los derechos de los acreedores, en este caso del Estado por ser el responsable de la liquidación de las entidades, son tan débiles y en algunos casos casi inexistentes, que los deudores tienen muchos artificios para diluir sus responsabilidades e incumplir los pagos.
En las sociedades más desarrolladas, estos procesos son mucho más rápidos porque hay una infraestructura legal que permite tomar decisiones cautelares rápidas que defiendan a los depositantes y al interés de la comunidad. En Ecuador eso no existe y cuando se discute el argumento, se oponen señalando que eso favorece a las instituciones financieras y no a los clientes. Y esa actitud permisiva a favor del incumplido o del tramposo, lo paga en estos casos el Estado y por ende todos los ciudadanos.
DESTACADO
Con China el mundo está cambiando su estructura económica y por supuesto el equilibrio de los poderes mundiales.
Colaboración
Diario El Comercio
14 de Enero del 2010