Perdimos un referente serio
Al paso que vamos no va a quedar nada de la institucionalidad del estado nacional. El gobierno se encarga cada día de destruir algún pedazo de ella. En estos últimos tiempos la carga ha sido contra el BCE, o mejor contra lo que queda de él, porque la verdad no sólo por la dolarización sino por el afán político de someterlo a la voluntad omnímoda del ejecutivo, ha perdido casi toda la representatividad y facultades que la constitución anterior, la ley y el sentido común le concedían.
Hace pocas semanas, en una decisión inhumana, injusta e incomprensible por su ilegal retroactividad, el Directorio del BCE por orden del gobierno redujo las pensiones jubilares institucionales. Afectó a viudas, huérfanos y obviamente a los jubilados cuyo pecado es haber dedicado su vida al servicio de la comunidad de una forma honesta, construyendo una entidad que era motivo de orgullo del país. Y lo hizo sin miramiento al ordenamiento jurídico ni al funesto antecedente que establece de irrespeto a los derechos básicos del ser humano. Con esta forma de actuar agredió a 1.600 pensionistas, entre los cuales hay 265 viudas y un poco más de 100 huérfanos que recibían una jubilación adicional promedio de 550 dólares mensuales, producto del aporte personal y la contribución institucional y que ha sido considerada como una prebenda injustificada que merece su eliminación, cuando si tenía sentido social, debía servir de referencia para la construcción de un sistema de pensiones más justo al que existe en el país.
Al poco tiempo descabezó la administración porque no se alineó con la forma de pensar sobre la manera de invertir las reservas internacionales, que con lo hecho dejaron de ser tales y se convirtieron en inversiones nacionales de largo plazo, ilíquidas y desprovistas de respaldo.
Con esta forma de avasallar a la institución, salta una pregunta vinculada a la responsabilidad que le queda a este minusválido banco central relativa a la elaboración de los indicadores macroeconómicos nacionales: ¿Podrá calcular y publicar estos datos sin someterse a la censura previa del Ejecutivo? O tendrá que conformarse con las apreciaciones del gobierno sobre la marcha de la sociedad para acomodar las cifras a la conveniencia del momento.
La transparencia y seriedad histórica del BCE está en entredicho. El gobierno le ha asestado un golpe muy duro a la credibilidad del antiguo emisor. En adelante no estaremos seguros de que las cosas que dice y las opiniones que emite reflejan la realidad nacional o la conveniencia de la comunidad ya que su pérdida total de independencia le coloca dentro de las instituciones subordinadas al poder ejecutivo. ¡Qué pena!
Perdimos un tercero independiente que peleaba por el interés nacional.
DESTACADO
¿Podrá el BCE calcular y publicar en el futuro sin censura previa del gobierno los indicadores nacionales?
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Diciembre 22 del 2009