Los amigos del FMI
El G-20 en su última reunión en Londres entre una de sus importantes contribuciones políticas a la solución de la ya larga crisis internacional está aquella destinada a iniciar una remodelación de la actual composición y funcionalidad de los organismos internacionales, mejor conocidos en nuestro medio como multilaterales, a fin de recuperarlos en su capacidad de intervención y financiamiento de los países que tengan dificultades en sus balanzas de pagos.
La propuesta aceptada por este conglomerado de países que representan el 85% de la economía mundial y el 65% de la población del planeta, entre los cuales se encuentran tres latinoamericanos, busca corregir las debilidades institucionales que existen para la solución de las crisis causadas por políticas económicas desalineadas de los países avanzados como de los en desarrollo.
La fórmula de solución del enorme problema mundial actual es una suerte de síntesis keynesiano-ortodoxa, que concilia los desequilibrios de corto plazo con la estabilidad de mediano plazo y usa todo el instrumental de la política económica en un marco de menores restricciones conceptuales hasta que se logre recuperar la confianza y operatividad de los mercados y conseguir que los consumidores cambien de actitud y retornen a sus hábitos consuetudinarios. Y la razón es que sin consumidores no hay productores y sin ellos no hay trabajadores.
La máxima que está detrás de estas decisiones se la puede resumir como: “acciones extremas para tiempos extremos”, precepto que para Paul Krugman, economista Nóbel del 2008 con pensamiento neokeynesiano es el apropiado para las circunstancias, dentro del cual la redefinición del papel de los multilaterales juega un rol crítico, siendo el FMI, conceptualmente cambiado, el pilar de esta nueva institucionalidad económica mundial, que se sustenta en los principios de libertad económica y fomento del intercambio mundial. Por ello, el G-20 decidió capitalizarle en 750 mil millones de dólares y autorizarle a emitir 250 mil millones de DEG para promover o sostener el comercio mundial.
Sólo de esa manera se entiende el punto 11 del Acuerdo del G-20 de Londres que dice: “Estamos decididos a garantizar la sostenibilidad fiscal a largo plazo y la estabilidad de precios y pondremos en marcha estrategias de salida creíbles frente a las medidas que se han de tomar para apuntalar al sector financiero y restablecer la demanda global.”
De ahí que ahora la nueva línea de financiamiento del FMI no tenga condicionalidad sino que se base en la consistencia de los programas económicos con este objetivo de carácter mundial. Y ahí España, Brasil junto a China son tres gobiernos socialistas amigos que apoyan a la administración también socialista del FMI.
DESTACADO
España, Brasil, China son tres gobiernos socialistas que apoyan a la administración socialista del nuevo FMI.
Colaboración
Editorial Diario EL COMERCIO
Abril 29 del 2009