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Solo importa el presente

  • Abelardo Pachano
  • 16 abr 2009
  • 2 Min. de lectura

Eso se siente al ver el contenido y trascendencia de algunas decisiones o propuestas que guían a nuestra sociedad. Veamos algunos ejemplos.


Hace un año, a pesar de las advertencias se eliminaron los fondos de estabilización públicos. Ahora cuando se los necesita, se aprecia su valor, pero ya es tarde. A pesar de esta lección, el gobierno busca reducir al mínimo la liquidez del sistema financiero que está segura y disponible en el exterior. Es el último fondo acumulado para urgencias que ya ha servido en ocasiones, aunque es privado. No valora su carácter estratégico para la estabilidad nacional, los depositantes y el aparato productivo. Utiliza los saldos de las cuentas públicas e incluso del IESS. No guarda nada. Rechaza el ahorro y ya casi no queda nada para atender sus emergencias. ¡Vive al día!


Algunas reformas al código penal crean incentivos para institucionalizar la violencia, los actos reprochables y contrarios a los valores que debe cultivar una sociedad que se precie de ser modelo de orden y valores. Ahora está desprotegido el estafado con un cheque girado sin fondos; o, en condiciones de absoluta inferioridad la persona despojada de sus bienes, sin violencia pero robada al fin, cuando el monto no supera una cantidad. Parece que el límite entre lo moral y lo inmoral, o entre un acto legítimo y uno ilegítimo tiene un precio. La calificación ética de un hecho tiene una nueva y sugestiva teoría del costo de administrar justicia.


Ahora si alguien llama a un gasfitero o necesita un electricista y le paga con un cheque sin fondos sabe que no le pasa nada. Está protegido y puede seguir haciendo de las suyas ya que las sanciones caen en el plano del infractor de tránsito, simple contraventor que no respetó un pare, en lugar de ratero o estafador. Aquí se ve como en el país una vez más no se piensa en el futuro ni en la defensa de los principios o valores corrigiendo las lenidades de la justicia, que las hay, sino legalizando el hurto y la estafa.


Y esta locomotora que consume todo sigue su marcha. Igual ocurre con lo que se hace en el IESS, que de instrumento de protección para los que ya cumplieron su ciclo de trabajo sólo le va quedando el nombre, porque a sus finanzas se les hace tiras o trizas con una febril creatividad digna de otros propósitos. En este campo, se confirma el título de esta columna que es callo en la conciencia de muchos: a la política ecuatoriana sólo le interesa el presente. El momento que se vive. No importa si eso contradice algo dicho antes o perjudica el futuro de los presuntos agraciados. Sólo vale lo que reditúa rápido. Desprecia el pasado, pues repite los desaciertos con la justificación de que también otros lo hicieron e ignora el futuro, del cual deberá encargarse a las generaciones que participan de este dispendio sin percatarse de los daños hechos.


DESTACADO


A la política ecuatoriana sólo le interesa el presente. No importa si perjudica el futuro de los agraciados.



Colaboración

Editorial Diario EL COMERCIO

Abril 16 del 2009

 
 
 
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